lunes, 19 de diciembre de 2011

My happy kiwi birthday // Goodbye Wellington


Preface

Monday the 5th, December 2011, 00:48 am – My room, Home, Wellington


I have to admit that this situation caught me off guard, even though I was the one who planned the whole thing. Two weeks ago I was struggling to make up my mind and make a decision, and now I find myself getting everything ready for my departure tomorrow morning. It’s hard to settle down and feel at home when you’re actually far away from home. But somehow this place felt like home. Well, actually I think home is where you belong, or at least where you think or feel so. I was really lucky, I ended up with the best flatmates I could ask for. They are weirdos, but so am I, that’s probably why we get along so well. These last months were awesome. I enjoyed every beer, every dinner, every TV show we shared, I couldn't ask for more. But, it´s time to move on, even though it won´t be easy.





Jueves 8 de diciembre, 11:47 horas – State Route 6, West Coast // Ruta estatal 6, Costa Oeste


Dejamos mi querido Wellington poniéndole entusiasmo en el cambio de clima, que en la isla sur iba a ser mucho mejor supuestamente. Hace 3 días que cruzamos el estrecho de Cook, y no paró de llover. Me parece que alguno de los 3 es mufa y tenemos una nube gris arriba del auto que nos sigue a todos lados. Supongo que es una movida de Welli para que no nos olvidemos de ella.

En este momento estamos por la Ruta 6 al sur de Westport. Ya que es el turno de Vir de manejar (ya que yo a la mañana ni bien me levanto soy un inútil), aprovecho y actualizo el blog. En este momento estamos recorriendo las montañas en dirección hacia la costa, donde bordearemos el mar por unos cuantos kilómetros. Pero volvamos atrás unos días ya que aún quedan cosas por contar. Pasamos brevemente por mi cumpleaños, última semana en Welli, partida para la isla sur y los primeros días en la supuesta isla más linda del país.


My happy kiwi birthday


Fue el cumpleaños más largo de mi vida, duró 40 horas desde las 00:00 en Nueva Zelanda hasta las 00:00 hs del 27 en Buenos Aires. Y también, fue mi año más corto, ya que los 24 se me terminaron 16 hs antes que todos los otros años, lo cual no me causó ninguna gracia. Igual con esa excusa dije que tenía 24 hasta por lo menos que fuera 26 en Argentina.

Le había pedido a mi jefe, Nick, el samoano, que me de la noche del sábado libre para poder festejar. Pero me dio todo el finde libre a mí y a Saku para que festejemos como se debe, y además vino también a casa para festejar. Empecé temprano a hacer el relleno de las empanadas de carne, con el pequeño detalle que no había comprado las tapas, asique Saku y Sol me las trajeron más tarde. Gracias a eso creo que todos los invitados ayudaron a hacer las empanadas. Saku y Sol para ayudarme, todos los demás porque eran kiwis y chefs y les interesaba.

La verdad la pasé genial, pasamos un buen rato en casa, comiendo empanadas caseras, con cerveza, música, hasta que cayó Pau (una amiga de Saku) y Seamus (su novio irlandés) con un fernet propiedad de Saku que Pau le trajo de Argentina. Saku sacrificó su fernet en pos de la fiesta, y fue el mejor regalo de todos.


Steve me regaló un EAGLE (ver Scrubs para más detalles) y me trajo una de esas tiras largas que dicen happy birthday. Eligió la más gay de todas, rosa y con haditas. Trace hizo una torta de chocolate cubierta con crema y frutillas, la amé. Después salimos los argentinos, los chilenos, la loca, y Jimmy.

¡La loca!! ¡Casi me olvido de contar eso! Pau me trajo una flatmate de ella, que cuando toma alcohol, pierde totalmente la cordura. Ella lo sabe, por eso hacía mucho que no tomaba, pero esa noche tomó, y yo me morí de risa. De ella, no con ella; hay una gran diferencia.

Me llamaron mis viejos (mi vieja dos veces), y me llamó Mili, mi ahijada de 3 años. Me morí, me contó de su gatita nueva “Lupita”, que cuando ella me contó le entendí “putita”, y tuve que preguntarle a la madre después para confirmar. También me contó que quería subirse a un avión rosa para seguirme a donde yo estaba, y le decía a la mamá que no la extrañe que iba a volver, y que no se iba a quedar sola porque se quedaba con el hermano y el papá. Por Facebook me saludó muchísima gente, pero muchísima, que no lo esperaba. ¡Gracias a todos che!

Mis viejos me mandaron una encomienda con regalos por mi cumple. Se re pasaron. Pero se RE pasaron. Recién la recibí el mismo lunes que salía para acá. Ese día fue un dia de emociones, ya explicaré por qué.


Despedida de Wellington



Las últimas dos semanas en Welli fueron increíbles. Nick me dio 8 días seguidos libres, igual que a Saku, y Sole ya había renunciado al laburo asique estamos los 3 al pedo. Hicimos planes para ir a Island Bay, al zoo, a todos lados... claramente y para variar, no fuimos a ninguno, pero la pasé genial, la mejor forma de despedirme de Welli. 

Mirá hacia arriba, abajo y alrededor para descubrir animales nativos en tu jardín. Prestá atención para ver...
Al zoo terminamos yendo con Saku al final, el día que Sole se fue para la isla sur. Vi dos kiwis: uno durmiendo arriba de una rama en el sector de los kiwis, que sólo lo pude ver sacándole una foto con flash; y el otro estaba en el hospital en plena operación, pero visible a través de la pared de vidrio. O sea, vi dos kiwis, y ninguno de los dos estaba consciente. 

Además de eso tuve un pequeño percance… con una iguana gigante…


No hicimos nada de todo lo que íbamos a hacer, pero la pasamos increíblemente bien. Hasta hicimos un asado en la casa de Mati (el chileno) y su polola.


El domingo 4 de diciembre fue mi último día laboral, asique me despedí de Sweet Mother’s, y de todos. El lunes a la mañana me levanté a las 7 am, me fui hasta Kaiwharahara (léase "Kaifarafara") a buscar mi encomienda. Llena de paquetes y cartas. Dos de ellos no pude abrir ya que son para navidad y reyes (Ma, te odio, me dejaste con toda la intriga). Volví en tren y bondi para casa, donde ya estaban Ana y Vir esperándome. Cargamos el equipaje al auto y salimos. Yo me fui con Saku a un ciber a ver el partido de Boca, y más tarde salimos para el puerto. Boca Campeón, creo que no hace falta explicar lo que eso implica, justamente está implícito. Ya que no viene al caso escribir al respecto en el blog, tendré que omitirlo. De todas formas, me pasé el domingo cantando canciones de cancha y saltando en la cocina, y el lunes no fue diferente.

Nos subimos al ferry, y si bien el clima no acompañó, el viajecito fue hermoso. Ya desde antes de poner un pie en tierra se veía que la isla sur prometía mucho.

Ana, Vir y Yo
Estrecho de Cook (desde el ferry)

Nos bajamos en Picton y tuve mi primera experiencia manejando en NZ. Fueron unos 130 km entre montañas, costa y selva. Absolutamente hermoso…o eso me contaron, ya que yo no saqué los ojos de la ruta y mi cabeza se pasó las 4 horas pensando: “Manejá por la izquierda, manejá por la izquierda.”

Llegamos de noche a Nelson, Chris, el papá de Trace nos pasó a buscar por la calle principal y lo seguimos hasta la casa. No sólo dormimos todos ahí (cuando no nos conocía), sino que al día siguiente se fueron ambos a trabajar, y nos dejaron la llave de casa.  Así, el martes arrancamos a las 8 am a buscar laburo. Día horrible, llovió, no vimos el sol y no conseguimos laburo. Terminamos durmiendo en Motueka en un hostel horrible y carísimo. Motueka es un pueblo que está a unos 50 km de Nelson hacia el oeste y a 17 km del Parque Nacional Abel Tasman, uno de los más lindos de NZ según habíamos escuchado. Terminamos allí debido a los rumores de oferta laboral, pero al no conseguir, nos conformamos con comprarnos una cerveza artesanal en una brewery (cervecería) que estaba al costado de la ruta: “Monkey Wizard” ("Mono Hechicero")

El miércoles amaneció soleado, y después de una noche de meditaciones llegamos a la conclusión que era mejor seguir para el sur. Asique nos fuimos al Parque Nacional Abel Tasman a pasar el día antes de seguir camino.


Nota aparte del presente: Llegamos a la costa, ¡hermosa!


Listo, seguimos con el relato.

El parque es alucinante, pero algo complicado para moverse dentro del mismo. No hay rutas ni calles, con lo cual tenés sólo dos formas de recorrerlo: caminando, o tomando los taxis acuáticos (lanchas). Hay muchas playas, en pequeñas bahías a lo largo de la costa. Elegimos tomar la lancha (NZ$32) e ir a una de las playas más cercanas: “Anchorage”, por una simple cuestión de que el regreso teníamos que hacerlo caminando.



La playa es una locura. La bahía se llama Golden Bay, por el color de la arena, y créanme que se ganó limpiamente su nombre. La arena es dorada cerca del mar, color parecido a la polenta, y blanca cuando se aleja del mismo. El agua transparente hasta las rodillas, y a partir de ahí empieza a tomar color verdoso a medida que te adentras en el mar. Las playas estaban siempre cercadas por rocas o montañas que las separan de las otras playas, es decir que no son playas abiertas como la costa argentina donde podes pasar de una playa a otra caminando. Acá para pasar a la siguiente playa tenés que meterte a la selva y caminar. Es..

Nota aparte del presente: Acabamos de hacer una parada técnica (léase baño), y bajamos a ver que onda la playa al costadito de la ruta… increíble, las montañas terminan en la costa, hay formaciones rocosas en la playa, es hermoso…es más, nos olvidamos del auto y lo dejamos arriba en la ruta solo, con las llaves puestas, listo para llevárselo con equipaje y todo. Pero bueno, acá no pasa nada igual.

Seguimos: Como decía, tenés que meterte en la selva para ir a otra playa, y justamente con eso iba a seguir ahora. Las playas están rodeadas de montañas cubiertas 100% de selva. Entonces vos estás parado en la arena dorada, remojándote los pies en el agua transparente, rodeado de montañas y selva.

Es perfecto. La combinación de colores es alucinante. Pasas del blanco al dorado de la arena, para seguir al agua transparente que se ve dorada por el fondo arenoso, que de a poco pasa al verde, el cual pasa a un verde azulado a lo lejos, que en el horizonte choca con el celeste del cielo; todo cercado por las montañas verdes que cierran la bahía. Yo ya sabía que Nueva Zelanda era hermosa…pero me terminé de enamorar de este país en Abel Tasman.



En ese momento no estaba pegando el sol, asique no iba a meterme al mar todavía. Pero ví un tipo que se metió igual, asique si él se metía, yo me metía también, y me mandé. Cuando salía ví que ese mismo tipo estaba en bolas en el mar, asique si él se metió en bolas, yo también. Nah, mentira, a tanto no llegué, ¡pero ya lo voy a hacer! Jaja. Decidimos caminar un poquito para otra playa. Nos metimos en la selva con Vir (la salteña), y nos cruzamos con unos chicos locales de primaria o secundaria que venían descalzos. Si los locales van descalzos por la selva, yo también. Así pasé las siguientes 2 horas caminando descalzo por la selva. Y me encantó.

A los 20 min llegamos a una playita escondida y vacía. Absolutamente deslumbrante. Estaba también dentro de una bahía, chiquita, privada, e increíble.


Me quedaría a vivir ahí. Pero ya eran las 4 pm, y teníamos que volver, lo cual no era poco, ya que nos esperaba una caminata por las montañas y la selva de más de 12 km y unas 4 horas… y empezaba a lloviznar. Sí, es correcto, 4 horas de caminata subiendo y bajando por las montañas en medio de la selva, para volver hasta la entrada donde estaba el auto.

La primera hora fue linda, las otras 3 fueron un sufrimiento. Pero finalmente llegamos al querido auto, y juré no caminar un metro más en lo que restaba del día, pero cambié de opinión cuando pasamos por una pizzería. Luego de la cena, agarramos la ruta para no abandonarla por algunos días. Pero llegó un momento en que el cansancio fue superior y tuvimos que parar en el primer área al costado de la ruta con espacio suficiente para estacionarnos…un campo.


Sábado 10 de diciembre de 2011, 10:15 pm – Central Cherries, Cromwell, New Zealand


¡Llegamos! Después de 5 dias de viaje, llegamos a destino. Antes de retomar la historia, tengo que escribir algo que me pasó recién. Tuve el mejor intercambio cultural que tuve desde que llegué a Nueva Zelanda… fue absolutamente increíble. Por los próximos días vamos a estar en una especie de hostel que queda en una granja de cherries. Acá hay unas 20 personas, 3 de Hong Kong, 1 de Taiwan, y unos 13 de Vanuatu. Sé que van a preguntar: “¿de dóoonde????”, de Vanuatu. Vanuatu es un archipiélago al norte de Nueva Zelanda, en la Melanesia, Océano Pacífico. Queda cerca de Samoa, Fiji, Nueva Caledonia, etc. Como es parte de la melanesia, los nativos son negros.

Lo genial fue lo siguiente. El manager del hostel es un kiwi de 50 años que parece Marty McFly más viejo, copadísimo. Fuimos con la camioneta de la empresa a orillas del lago Hawea a tomar cerveza y charlar. Al volver, estaba uno de los vatuanos afuera de la casa, y empezamos a hablar. Todos juegan fútbol, asique le mostré la camiseta de Boca (pretendía que se la regalara el loco), y después le pregunté si había jugado al FIFA. Lo que pasó a continuación fue increíble, les mostré el FIFA 2011 a chicos que jamás en su vida jugaron a un videojuego, no se imaginan la emoción que tenían. Cuando saqué la compu vinieron 2 más, y se sentaron todos alrededor mío con los sillones y les mostré como se jugaba. Obvio que les dí la compu para que prueben y ninguno se animaba, se reían y se notaba que se morían por jugar, pero no se animaban. Los convencí y el primero que conocí fue el que intentó primero. Le enseñé los comandos y cuando veían que al apretar la flecha izquierda el jugador se movía a la izquierda saltaban de los sillones, no se imaginan la emoción que tenían. El juego consistía en llevar un jugador al área con pelota dominada y enfrentarse 1 a 1 con el arquero. Se volvieron locos, cada vez que el arquero se las sacaba o pateaban saltaban del asiento. Uno a uno fueron jugando (tuve que convencer uno a uno para que jugaran), y ni bien metían un gol, dejaban de jugar. Cuando el último metió un gol, se fueron todos.

Pero no saben lo que fue ver la emoción de los pibes que por primera vez en su vida jugaron a un video juego de futbol.



Viernes 16 de diciembre de 2011, 3:43 pm – Central Cherries, Cromwell


¡Dios que frío! Hace dos días no se podía estar al sol porque te evaporabas, y ahora estamos todos temblando…clima loco.

Acabo de llegar de Dunedin (ya les contaré al respecto en la próxima actualización), con los pies mojados, y cagado de frío. Bueno, sigo contando como llegamos a acá. Quedé en que paramos en un campo:

Técnicamente yo no vi ese campo porque ya estaba durmiendo, pero las chicas sí. Asique paramos ahí, dejamos una valija afuera (era la valija o nosotros) y dormimos. A la mañana me desperé todo doblado, con todo el cuerpo adolorido, asique me levanté a estirar las piernas, y veo justo llegar una camioneta… el dueño. No sé si nos vio porque no nos dio ni bola. Paró la camioneta en la puerta, bajó los perros y empezó a arriar las ovejas. Volví al auto a despertar a las chicas y justo el tipo empezó a los gritos pelados: ¡AAAAAAAAAAAAAA!!!!!!! Les gritaba con toda la furia posible, no sé si a las ovejas o a quién. Absolutamente loco. Las chicas se despertaron solas y tuvimos que huir antes que desahogue su furia con los intrusos. Desayuno en una cafetería de un pueblito minúsculo sobre la ruta y seguimos viaje. A mitad de camino las chicas perdieron fé en mi y me obligaron a parar en una estación de servicio para ver si estábamos perdidos. No lo estábamos (dedicado a las chicas), y la mujer que atendía me recomendó agarrar la ruta de la costa que está dentro de las 10 mejores autopistas del mundo. 

Mirando la guía vi que había un parque nacional en esa zona y que el atractivo principal estaba sobre la ruta. Como digno cuasi licenciado en turismo, obligué a todos a parar ahí, lo cual no estuvo mal, ya que nos encontramos con esto:


¡Nada mal! Nada mal. Esa misma noche llegamos a Francis Josef, la ciudad desde donde se visita el Glaciar Francis Josef (una especie de El Calafate digamos). Nos quedamos en un hostel donde conocimos dos minas, una yanqui, una inglesa, muy copadas. Salimos con ellas al único bar que parecía tener algo de onda, conocimos un pobre argentino que estaba trabajando en una granja cerca, y volvimos a dormir al hostel.

Al día siguiente madrugamos, y salimos Ana, el pibe y yo al glaciar. Lindo, pero tampoco una locura. Valió la pena (principalmente porque no pagamos un peso). Volvimos rápido, y arrancamos para el sur.


Nada interesante en el camino hasta llegar a Wanaka. Wanaka es un pueblo a orillas del lago homónimo, y es absolutamente hermoso. La ruta, que es también la calle principal de la ciudad, da al lago y después lo bordea. Entonces, te sentás en la playita, mirando el lago verde, las montañas nevadas de fondo, los patos echados en la orilla…hermoso.


Lago Wanaka




Trasnochamos ahí, durmiendo una vez más en el auto, y el día siguiente seguimos camino. Llegamos finalmente a Otago, y ya que iba yo al volante cuando pasamos el cartel, festejamos a los bocinazos. Y así llegamos a Cromwell, atravesando las mejores rutas que ví en mi vida. Rutas sinuosas en medio de la montaña, rectas en las praderas, pasando lagos, playas, riscos, selvas, pueblos, parques nacionales, de todo. Fueron 5 largos y agotadores días de viaje, pero los re disfruté.



Hubo una pequeña cosita que me olvidé de hacer, y es presentarles  las personas que me acompañan. Estoy viajando con dos chicas argentinas: Virginia (salteña y dueña del auto), y Analía (Porteña). No nos conocíamos, nos conocimos porque los 3 teníamos un mismo plan, ir de Wellington a Otago. Y siempre de a varios se hace más barato.

En la próxima actualización voy a contar como fueron los siguientes días en Cromwell, la búsqueda desesperada de trabajo, la convivencia con los Vanuatu, los hongkongueses, la taiwanesa y Marty McFly, los paseos, y la frutilla del postre, que por ahora permanecerá secreta. Todo eso y mucho más en el próximo programa. Misma hora, mismo canal.



Traducción del prólogo:

Tengo que admitir que esta situación me agarró desprevenido, a pesar de que fui yo quien planeó toda la cosa. Hace dos semanas estaba luchando para decidirme, y ahora me encuentro arreglando todo para salir mañana por la mañana. Es difícil establecerse en un lugar y sentirse en casa, cuando en realidad estás tan lejos de tu hogar. Pero de alguna forma este lugar se sintió como mi hogar. Bueno, creo que tu hogar es todo lugar donde pertenecés, o donde sentís que pertenecés. Tuve mucha suerte de terminar con los mejores compañeros de casa que podía pedir. Son raros, pero yo también lo soy, probablemente sea por eso que nos llevamos tan bien. Estos últimos días fueron increíbles. Disfruté cada birra, cena o serie que compartimos, no podía pedir más. Pero bueno, es tiempo de seguir adelante, aunque no va a ser fácil.

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Fuego contra fuego / Mes del bigote


Miércoles 16 de Noviembre de 2011, 11:00 am – Casa, Wellington


Trabajar en una cocina tiene sus pros y sus contras. Ventajas y desventajas. Ayer fue un ejemplo de lo primero, y el sábado pasado, de lo segundo.

Como ventaja, podés comer como un campeón. Ayer llegué y me comí un sanguche de bife con repollo, tomate y zanahoria. Después comí papas fritas, un plato de pasta con queso, unas quesadillas de pollo y unos pies (léase “PÁIS”, son como tartas, no comí patas) que no se podían vender. Ni siquiera tuve que cenar después, claramente.


Como desventaja podés quedar atrapado en un incendio en la cocina, como pasó el sábado. Aidan (pronúnciese “Eiden”) es un pibe de 19 años que esta como chef hace unas semanas. Copadísimo, es el primero que me pregunta si tengo hambre para prepararme algo siempre que trabajamos juntos. Mide unos 2 mts y escucha rock. El sábado, cerramos la cocina tipo 10 con aún gente sentada en el restaurante, como hacemos siempre. Ahí es cuando empieza el laburo pesado, hay que lavar toda la cocina. Parece que el cerebro y las manos de Aidan no conectaron e hizo lo contrario que quería hacer, en vez de tirar agua en la plancha para poder enfriarla y limpiarla, y tirar lavandina en la mesadita de al lado, tiró la lavandina en la plancha caliente. Entiéndase que es una cocina comercial, la plancha que menciono es como una plataforma de metal grande, tipo una mesada.

Yo estaba de espaldas, siento el fogonazo atrás mio, pero no miré porque en algunos platos suelen prender fuego la comida en las sartenes, un toque, se cocinan así. Pero Renae, (pronúnciese René, como la rana), la head chef que estaba a un metro mío pegó un grito, me di vuelta y había una bola de fuego que se había comido media cocina, y estaba a un metro mío. Tom, uno de los mozos, estaba parado entre Renae y yo. Salimos los 3 corriendo para la puerta que da al restaurante más rápido de lo que decís “chimichurri” (sé que varios de ustedes dijeron “chimichurri” en voz alta para ver cuánto tardaban). En ese momento pensé: Ok listo, se prende fuego la cocina, atrás el edificio y tenemos que evacuar, asique mejor corramos. ¡En ese momento me acordé que Aidan estaba al lado de la plancha cuando estalló la bola de fuego! Lo miré y el hdp se alejaba caminando del fuego como si nada. A lo Rambo. Si había una cámara frente a él era el final perfecto para una película de acción. Por suerte el fuego retrocedió igual de rápido que creció y en unos segundos se había apagado.

 La bola de fuego habrá durado 3 segundos desde que prendió hasta que desapareció. Justo al lado de la plancha está la freidora, y en el suelo estaba apoyada una olla enorme con todo el aceite que estaban sacando, si el fuego tocaba el aceite, ahí sí, volábamos todos. Aidan y Andy (el chef filipino) quedaron del otro lado del fuego, hacia el lado de la heladera, donde no hay salida. Asique si la cocina prendía, no salían más. Aidan terminó con la cara y los brazos rojos, media ceja menos de cada lado y una anécdota de por vida de cómo casi prende fuego una cocina. Renae (“René”) terminó con la espalda toda caliente, igual que mi brazo izquierdo. Ni bien pasado el fuego, nos cagamos todos de risa, hasta los clientes que vieron todo. Ben, el manager, lo gastaba a Tom porque fue el más nena de todos cuando huyó, lo imitaba y decía “ay no, ¡mi bigote! ¡Mi bigote!” (tenía una gran barba y bigote, se afeito, y se dejó un bigote gigante a lo Carlos Pellegrini) jajaja, y todo SMK se enteró de que Tom fue el primero en salir corriendo. Andy contó que estaba agachado de espaldas, escuchó el fogonazo, miró hacia atrás, gritó “OH SHIT!!” se levantó y corrió para la heladera. Nos pegamos EL cagazo, pero fue genial. Más tarde Aidan jodía con que estábamos “on fire” esa noche.

Anoche me tocó trabajar con Aidan de nuevo, lo jodí toda la noche con el fuego, claramente.
Y hablando de la cocina, tenemos el pie perfecto para arrancar la sección “F&B – Comidas y bebidas”.


“Food & beverages – Comidas y bebidas en NZ”

Comidas

Si hay una característica representativa que tiene la comida acá, es que es picante. Así que si no les gusta la comida picante (como a mí) vayan acostumbrándose a ella antes de venir. Muchas cosas para mi eran incomibles, aún cuando Trace cocinaba en casa. En el trabajo nadie podía creer que no comía picante ni cebolla. Trace me jodía con que no me gustaba el sabor. Pero poco a poco me fui acostumbrando a la fuerza en el laburo, porque capaz hicieron una orden de más y te la ofrecen, y no podés decir que no, aunque tengas que bajarlo con 4 litros de agua y putear a los 4 vientos. Y gracias a eso ahora ya puedo pasar por encima de lo picante y sentirle el gusto en serio a la comida.
Encima yo tengo la suerte de vivir con dos personas que cocinan increíblemente bien, Steve y Trace. Cada vez que uno de ellos nos adelanta que tiene planeado cocinarse algo, ya me estoy relamiendo. Hacen cada banquete, ¡dios! Cocinan como los dioses. Comimos cordero, pescado, chancho, ¡y no saben como estaban! ¡Geniales! Mejor que en cualquier restaurante.

Si ya se lo que piensan, si Trace es chef en SMK la comida de ahí debe ser igual. Y no, no es así, porque en los restaurantes cada comida tiene su receta y tienen que seguirla, en casa tienen total libertad para cocinar como quieran, y ahí usan sus verdaderos dotes culinarios. Aparte de eso también está Saku, que también cocina muy bien, y siempre me da una mano cuando yo estoy cocinando. Eso sí, entre los 3 siempre me cagan a pedos cuando estoy  cocinando. Y con razón, soy un desastre.

La comida neozelandesa tiene mucha influencia asiática y mexicana. Por lo que usan mucho las especias, por eso es tan picante. Usan mucho comino, chile y cilantro. Tanto acá como en Auckland se ven muchos restaurantes asiáticos, entre ellos restaurantes malayos, indios, turcos, y los clásicos “Kalab Kalash”. Nah mentira jaja, no kalab kalash, pero sí kebabs. Los locales de kebabs están por todos lados como las pancherías o hamburgueserías en Buenos Aires, y no, no sirven jugo de cangrejo. El kebab es como un roll grande que podés rellenarlo con lo que quieras. El precio varía según el ingrediente principal, si es carne, pollo, pescado, falafel, etc. Pero después tenés toda una variedad de opciones para ponerle, como tomates, jalapeños, lechuga, lo que quieras. También se ven muchos lugares donde venden nachos, tacos, burritos y quesadillas; SMK es uno de ellos.

Pero si preguntás cual es lo tradicional kiwi acá, eso sería el fish and chips, pescado frito con papas fritas. También ves locales de esos por todos lados, serían como las hamburguesas para los yanquis.
Para el desayuno salen mucho tocino, huevos, black beans, que serían porotos hechos en una salsa negra que les da ese color; hash, que es uno de mis favoritos, son como tiritas de papa hechas a la plancha. De postre: pies y helado.

Bebidas


Nueva Zelanda es un país muy cervecero. Pero MUY cervecero, están a años luz de nosotros. Es común ver gente grande en pubs tomando cerveza. Gente de todas las edades se pone ebria con cerveza. En argentina es más común ver gente joven con cerveza y grande con vino. Pero acá no hay diferencia de edad. Hay cientos de breweries (cervecerías) locales. Y encontras sus cervezas en cualquier supermercado.

Las cervezas se venden por tipo. En argentina todos tomamos lager, y a veces alguna cerveza negra, pero todos tomamos lager. Acá cuando vas a comprar primero tenés que decidir que tipo de cerveza querés. Tenés muchísimas, entre ellas: lager, pilsener, ale (pale ale, indian pale ale, cualquiercosa ale, etc), stout, etc. Y tenés cientos de marcas: Export, Tui, Olm, Bear, Montheight, Coopers, Boundary Road (Flying Fortress), Double Brown, Mac’s (Hop Rocker), y miles más que no me acuerdo ahora. Eso aparte de las que también llegan a Argentina, como Heineken, Stella Artois y Budweiser. Todas las cervecerías tienen los distintos tipos de cerveza, y suelen sacarlas con distinto nombre. Todos los bares tienen cerveza en tab, es decir tirada. Y cada bar tiene entre 5 y 10 cervezas distintas tiradas, como mínimo, y es siempre más barata que en botella. Asique cuando vas a un bar, siempre te pedís una pinta o una jug (jarrita) de cerveza tirada. Si les gusta la cerveza, acá van a ser felices.

El vino también es bueno, pero más el de Australia. Por eso acá se toma mucho vino australiano, especialmente Sirah, que según me contó Steve, Australia tiene los mejores Sirah del mundo.
Yo no soy de tomar vino, pero hace poco Steve trajo un Sirah australiano barato, y estaba muy bueno. ¡Y era barato!

Hay pocas cosas argentinas que llegan. La Quilmes llega, pero no la compro ni loco. Y vinos, ví unos malbec en algunos lados.

Fernet hay. Hay Branca y 1882, y otras marcas que no conocía pero que son muy buenas.
El alcohol es caro acá. La cerveza más barata ronda los NZ$18 (unos AR$60) el pack de 12 porrones. El Branca NZ$50 (AR$200). Aunque a veces en el Mills, una liquor store (local de licores literalmente, es un supermercado de alcohol) hay una promoción de 12 latas de Brenner $10, una ganga, ¡y la cerveza es suficientemente buena! Los vodkas y otras bebidas como whiskys y Bailey´s son un 50% más caros que en argentina. El vino más barato sale unos NZ$8, pero es intomable. Para tomar algo decente tenés que pasarte de NZ$15 y saber que marca elegir.
Pero ante el precio, tenemos el beneficio de la variedad.

Fuera de lo alcohólico hay bebidas locales, como la Lemon & Paeroa. Es una gaseosa con limón hecha únicamente acá en NZ.


Lunes 21 de noviembre de 2011, 6:36 pm – Casa, Wellington
 Fuego contra fuego


No sé si el fuego me persigue o qué, pero el otro día haciendo un pollo al horno…prendí fuego la cocina de casa, literalmente. Se ve que al sacar el pollo, cayó un poco de aceite al fondo y ¡puf! Fuego. Y ayer, se me cayó una gotita de aceite sobre la hornalla (eléctrica) y ¡puf!, fuego.

Es hora de llamar al dueño de la casa para que nos cambie la cocina me parece…o a los bomberos para que sepan que hay un piromaníaco involuntario en la casa.


Mes del bigote


A muy pesar mío, este noviembre es el mes del bigote. Aparentemente hay una campaña para recaudar fondos para combatir el cáncer de próstata. Los hombres que pueden crecer el bigote, se lo dejan para mostrar su apoyo. Mouvember, una mezcla de Moustache (bigote) y November (noviembre). Yo por supuesto no pienso dejarme el bigote ni por casualidad, a pesar de que varios en el trabajo se lo dejaron, pero una sucesión de hechos desafortunados desembocaron en una coacción colectiva en contra de mi buena apariencia. Paso a detallar.

En primer lugar, hace dos semanas perdí mi billetera. En realidad, no le di importancia porque vivo perdiendo todo, y siempre aparece. No es que lo pierdo, sino que temporalmente pierdo la noción de su ubicación. Varias veces salí de casa sin billetera, pasaporte o llave por no saber donde estaban, pero tarde o temprano, en un rango de un par de días, siempre aparece todo. En este caso, pasaron unos 4 o 5 días y la billetera no aparecía. Me ví forzado a buscarla y ante la no aparición de la misma, me vi arrinconado a recurrir a una fuerza superior. La policía. Pero antes que eso, prometí lo siguiente y me auto-cito: "Autocito", suena a autito chiquito jaja. No, esa no era la cita, esta es la auto-cita: “Si encuentro la billetera, me afeito y me rapo” Lo cual no era poca cosa, ya que llevaba más de un mes sin afeitarme debido a la sensibilidad que sufro en la piel de la cara. Entonces vemos como la serie de eventos desafortunados se remonta hasta hace dos meses atrás, creo que todo era parte del plan macabro del destino que me forzó a esto.

La billetera terminó apareciendo, gracias a la eficiencia policial y la bondad desinteresada de un individuo que encontró mi billetera tirada en algún lugar y la llevó a la policía con plata y todo. Sí, leyeron bien, con plata y todo. No, ¡en serio lo digo! ¡La devolvieron con plata! Y no usaron las tarjetas de crédito. ¡Que no che! ¿Tan difícil de creer es?

Bueno, al aparecer mi billetera, me ví obligado a cumplir mi promesa. Me fui a afeitar, pero previamente hablamos con Saku de cómo siempre cuando uno se afeita se va dejando formas graciosas antes de afeitarse del todo, así que no se me ocurrió mejor idea que hacer eso. Saku estaba fumando afuera con Sol (una amiga de él que estaba en Ormond, donde los dos trabajaron un mes, y tuvo que venir a la embajada por un tema de la visa), entró a buscar algo, mirando al piso, levantó la cabeza, y me encontró sentado en el sillón con un sombrero de cowboy y un bigote de policía de los 70. Automáticamente se cayó al piso de la risa y no paró de reírse por un par de minutos….y como para no, se encontró con esto:



Mi idea era terminar de afeitarme, pero con la excusa de Mouvember, Steve Saku y Tracey básicamente me obligaron a dejármelo. Incluso Tracey me prometió 20 dólares si me lo dejo hasta el fin de noviembre. Asi fue como pasé un dia entero (incluyendo un paseo por toda el centro de la ciudad, compras, y visita a SMK) pareciendo un pedófilo narcotraficante mexicano, según palabras de Nick, mi jefe. Me comparó con Pablo Escobar. Se que es por su incapacidad de crecer un bigote decente JUM.

Esa misma noche me recorté el bigote, pero me lo tuve que dejar igual. De todas formas mi barba crece rápido, asique disimuladamente y haciéndome el dolobu, voy a dejar que crezca para que el bigote no resalte tanto. Esta es la secuencia de cambios de imagen:


Igual Saku para hacerme sentir menos mal, se dejó también el bigote, aunque a él le crece un poco menos:


De todas formas, hoy me afeito y Mouvember se puede ir a cagar. No voy a pasar mi cumpleaños pareciéndome a Alcides. Y después de mirar la secuencia de fotos…no me vuelvo a afeitar más.


Miércoles 23 de Noviembre de 2011, 6:17 pm – Casa, Wellington (- 3 dias)


Novedades


Ya presenté mi renuncia en SMK, a partir del 5 de diciembre soy desempleado. Pero tiene una razón, me voy a la isla sur. Hace rato que vengo con esta idea y si bien todavía no estoy del todo seguro como va a ser, lo más probable es que me vaya con otros argentinos. Conocí una salteña que va para el sur y tiene auto. No le gusta manejar asique manejaría yo, y ya armamos un plan en común. Saldríamos el 5 de diciembre para Nelson, pasamos un par de noches ahí, y después vamos bajando por la costa oeste, tranquilos, paseando, para llegar a Queenstown el 10 u 11. Y ahí buscar trabajo en las cherries, como fue siempre el plan. Después de eso seguramente vaya a visitar a Ben (inglés) y Lore (argentina) que están viviendo en Tekapo, un pueblo a mitad de camino entre Queenstown y Christchurch, ciudad que recordarán por el terremoto del año pasado seguramente.

¡Los mantengo al tanto! saludos gente

lunes, 7 de noviembre de 2011

Finde en Auckland / Cuartos de Final RWC 2011> Argentina vs. All Blacks



No sé por qué las películas tienen tanta influencia en mí. Una película puede cambiarme totalmente el estado de ánimo, incluso hasta la forma de pensar sobre alguna situación en particular. Una película puede hacerme sentir feliz o triste, puede hacerme reflexionar sobre algunos aspectos de mi vida, replantearme cosas, puede terminar de cerrarme una idea, o generarme una nueva. Es algo curioso. Debe ser por eso que me gusta tanto mirar películas. Después de ver una película de superhéroes me siento capaz de hacer cualquier cosa, y que soy imbatible; después de ver una película de guerra me siento capaz de salir afuera con una ametralladora y defender una invasión de otro país. Algún día cumpliré uno de mis tantos sueños de ser actor.

No tiene ninguna conclusión ni relación con el blog para nada, asique no esperen un remate ni nada por el estilo, sólo que simplemente quería compartir eso. Pequeñas cosas cambiaron acá, nuevos planes empiezan a surgir, nuevas cosas, pero no vienen al caso el día de hoy, ya que hoy vamos a hablar del fin de semana en Auckland por los cuartos de final. Y así comenzó todo:


Domingo 16 de Octubre de 2011, 5:47 pm – Casa, Wellington


Ahora sí vamos a dedicarle una actualización exclusiva al fin de semana del 8 al 11 de Octubre. Como ya sabían, entrada en mano, decidí ir hacia Auckland a dedo (ya que después de gastar semejante suma en la entrada, no podía gastar un peso más). De todas formas gasté NZ$10,50 más, ahora voy a explicar por que..

El jueves trabajé hasta tarde, y mi idea era salir el viernes con tiempo, pasar la noche en alguna ciudad intermedia, y el sábado temprano seguir camino. Casi convenzo a Saku de  venir, pero por cuestiones económicas no pudo. El viernes mismo aún tenía mis dudas sobre si salir ese mismo día o no (después de levantarme al mediodía), pero un fulbito con Ben (el inglés con el cual me reencontré), un amigo de él (maderezco) y Saku hizo que pasara el viernes en Welli, no dejándome otra opción que viajar el sábado a la mañana. Por sugerencia de Steve, y el apoyo a la moción brindado por Sol, decidí tomarme el tren hasta Paraparaumu, una ciudad a unos 100 km de Welli, y hacer dedo desde ahí. El sábado me levanté a las 8, terminé la valija, guardé a Smiley, y salí valija en mano hacia lo impredecible. La no aparición del colectivo en Brooklyn St hizo que tenga que ir caminando hasta la estación de trenes, siendo esto sólo posible dado que la estación queda cuesta abajo. Una pelea entre mi cerebro y el nombre de la ciudad de destino, hizo que tenga que sacar el mapa como un estúpido turista frente a la ventanilla para comprar el ticket ya que mi primer intento de decirle el nombre de la ciudad como me sonaba que era, tuvo como resultado una cara de absoluta confusión por parte del vendedor. 10:14 am salía el tren, 10:14 am salió el tren. Me bajé en la ciudad en cuestión (que no voy a repetir el nombre, principalmente porque todavía no me lo sé y tendría que ir a fijarme en un mapa como es) y luego de sacarme la típica foto con el cartel de la estación, me mandé a buscar la ruta. Un hiper mega centro comercial (monstruoso) tenía por suerte una oficina de información. La mina ahí me dio unos mapitas, y me recomendó donde podía pararme para hacer dedo, unos km más arriba por la ruta. ¡Perfecto! Cartel en mano (gracias Nati) y dedo en alto, me dispuse a esperar junto a la ruta a un alma caritativa que me lleve. 5 min, nada. 10 min, nada - ¿estará mi cartel bien?. 15 min nada - no, no está bien, tuve que haberlo hecho más grande. 20 min - ¿estoy bien parado? Mejor me voy más adelante. 25 min - ¿tendré cara de violador serial? Mejor dejo de sonreír y pongo cara de perro mojado (lo cual no era muy difícil ya que el cielo estaba gris y se respiraba un aire a tormenta cercana). 30 minutos y un auto se para, justo justo cuando empieza a llover (gracias Tormenta por esperar a que me suba al auto, mandale un saludo al Profesor-X).

La conductora, una kiwi de unos cincuentipico años, era algo extraña, probablemente ex hippie. Pelo largo y canoso atado con una colita, y una seriedad pero a la vez simpatía que resultaba algo extraño e incómodo. No terminaba de encontrarle la onda, por lo cual no sabía si tratarla como una copada, o como una ortiva, no le enganchaba el punto medio. 12:30 pm y ya estaba en camino. La mina sólo iba dos pueblos más arriba, hasta Otaki (sigo sin mirar el mapa asique los nombres son aproximados). La mina me sugirió que saque y muestre la bandera argentina. Ella fue mochilera de chica, y me contó que es poco probable que un kiwi haga dedo, ya que acá todos tienen auto. Con lo cual no son muy propensos a llevar a un dedista kiwi. Además, en su opinión, de lejos podía llegar a parecer maorí, y sin ser racista, los maoríes suelen ser pesados, asique la gente no suele llevarlos. Me llevó hasta una parte pasando el pueblo donde para ella era mejor hacer dedo. Vuelta en U para volver hacia el pueblo, y quedé nuevamente parado al costado de la ruta, lo cual no pasó desapercibido para el cielo que me vió desamparado en la mitad de la nada y decidió mandarme algunas gotas para ponerle un poco de onda a la tarde. Saqué la bandera, y comencé a hacer dedo nuevamente. Esta vez colecté más sonrisas a la pasada, la bandera tenía un efecto positivo, pero sólo a la pasada. A los 5 minutos escucho detrás mio: “Are you really from Argentina?” (¿Sos de realmente de Argentina?). Al darme vuelta veo a un tipo, sólo, algo apurado, sin auto. Le digo: I am (lo soy, y me salió con el peor acento AI AM, no sé si fue algo inconsciente para que no dude que era argentino), y me dice: ¡Vení, te llevo, hasta Auckland!. Automáticamente pensé: ¿qué?, ¿a caballito?

Se fue al trote hacia más adelante por la ruta (que en esa parte era una calle en el pueblo en realidad), y lo seguí sin saber a dónde corríamos. Resulta que el tipo venía por la ruta, me vió y cuando reaccionó frenó, pero unos 50 mts más adelante. Y así fue como un kiwi en un Ford Falcon azul con un bote atrás, me llevó hasta Auckland (viejo, no me desheredes, no iba a rechazar el “aventón” sólo por ser un Ford).


El paisaje increíble, saqué más de 300 fotos durante el viaje. No, no estoy exagerando, saqué en serio más de 300 fotos. Me sorprendió la transición de paisajes.  Pasamos de verde selvático, a marrón semi-desértico, a montañas con nieves eternas, a selva nuevamente. Pasar por ciudades, pueblos, campos, áreas vacías, campos de entrenamiento del ejército, un tanque parado a un lado de la ruta esperando cruzar cual campesino común a caballo, lagos, todo. Pero en todo paisaje, y en todo lugar: OVEJAS. Por todos lados, sobre los montes, en las llanuras, en casas, a la intemperie, paradas, echadas, comiendo, corriendo, saltando. OVEJAS, OVEJAS, OVEJAS. Hay 40 millones de ovejas en NZ. Teniendo en cuenta que la población de NZ es de 4 millones, se deduce que hay 10 veces más ovejas que humanos en Nueva Zelanda. Un país ovejuno. Si hacen una revolución claramente ganarían, y terminarían ellas comiendo carne humana y vistiéndose con ropa hecha de nuestro pelo. Y los “ovejos” granjeros solitarios seguramente compensarían su soledad teniendo sexo con las humanas que pastan por las praderas. BEEEEE.


El viaje se hizo eterno a decir verdad, había dormido poco, estaba muy cansado y se me cerraban los ojos sin poder controlarlos, pero no daba que me durmiera. El pobre tipo, llamado Stephen, me llevó no se cuantos kilómetros, no daba que me durmiera todo el viaje y lo dejara sólo. Además cada tanto me iba contando algo de los lugares por donde íbamos pasando. Me contó un poco de su vida, me convidó Doritos, muy copado.


De todas formas al principio cuando paraba a ir al baño me rehusaba a alejarme del auto por si se le ocurría huir con mi valija en el baúl. No podía controlar mi paranoia. Así que tampoco tomaba líquidos para que no me den ganas. Aproveché un momento mientras cargaba nafta (en la 3ra parada) para ir corriendo al baño y volver corriendo. Admito que ver que seguía ahí cuando volví fue un alivio. Todo gracias a la mina que me llevó primero que me advirtió que hay gente que hace eso, espera a que bajes y se va con tu equipaje en el baúl. En un momento en la mitad de la montaña teníamos a la derecha un paisaje del lago Taupo increíble. Stephen vio que no podía sacar fotos (recuerden que el conductor está sobre el lado derecho, por ende yo estaba en el lado izquierdo del auto), asique frenó para que pueda sacar. Fui corriendo, dudoso, saqué una foto, miré si seguía ahí, saqué otra rápido y volví corriendo al auto. Mentalmente tenía el plan de correr y agarrarme del bote en caso que quisiera escapar. 


Después de un viaje eterno, llegamos a Auckland. Sin batería en la cámara para sacar más fotos., la cuál se agotó poco antes de llegar. Me dejó al final de Queen St, justo donde termina. Asique bajé caminando hasta el centro. 9 pm. Todavía no sabía donde dormir.


28 de Octubre de 2011, noche – Casa, Wellington


Sí, es correcto, eran las 9 pm, estaba en Auckland sin un lugar concreto donde dormir. Sí, es correcto: me mandé a Auckland a dedo, sin tener como viajar, ni donde dormir. Benja, el chileno, ¿se acuerdan? Fue el único que podía darme alojamiento. Me había dicho eso por mensaje de texto unos días antes, pero me dijo que tenía que esperarlo a que saliera del laburo, en un bar. Que igual tampoco era algo totalmente concreto, ya que no habíamos vuelto a hablar. Así que fui viendo posibilidades mientras caminaba hacia el centro. Caminando por Queen St llego a una parte en que estaba cortado, raro. Me acerco y veo que hay como una especie de feria gastronómica. Stands a los costados y centenares de gente paseando y comiendo. A medida que fui avanzando vi que era toda comida india o malaya, lo cual explicaba porque estaba lleno de indios. Al llegar al centro cívico me encontré con un festival. Entretenido, me quedé a mirarlo. Un festival indio. Escenario gigante e indios, indios por todas partes. Cantando en hindi y aún la presentadora hablaba en ese idioma. Con la música, los indios agolpados contra el escenario bailaban y cantaban con todas las ganas. Subían a algunos a los hombros, una fiesta. Me quedé hasta que terminó y seguí camino a encontrarme con Ceci. Ceci canceló a la media cuadra, asique necesitaba un nuevo plan.

Me acordé que alguien me contó que un tipo vivió en la sala de televisión del Base Hostel (donde me hospedé mis primeras dos semanas en NZ) durante una semana sin que nadie se diera cuenta. Yo estaba muerto, cansadísimo del viaje, ¿y saben que? Era la mejor posibilidad que tenía. En la puerta del hostel me saqué la foto con el celu que subí al face, con la Sky Tower de fondo.

Seguí el plan A entonces, me mandé y dejé la valija en la sala de TV (escondida tras un sillón). Ahí conocí a un yanqui, muy copado, típico con la gorrita hacia atrás, seguro jugó al fútbol americano o básquet en la secundaria mientras se chamuyaba a las porristas y golpeaba a los nerds. Me contó que vivió unos meses en Guatemala y que se enamoró del lugar. Lo cual me sorprendió, ya que nunca consideré Guatemala como un lugar a visitar. El tipo se fue, me cociné unos noodles en la cocina y volví a mirar tele. Cuando volví había 4 personas ya durmiendo ahí. Asique no fui el único original que pensó en eso. Y me tiré nomás. Dormí un rato, hasta que cayó un maorí. “¿Se hospedan acá? Si no tienen la llave de la hab se tienen que ir”. Y bueno, me tuve que ir. 1 am y seguía a la deriva. Benja no me contestaba ningún mensaje, y no sabía que hacer. Fui a varios hostels a ver si en algún lugar me guardaban la valija pero sin suerte. Hasta que en el último al que fui (que era mi última opción) el tipo de la recepción me la guardó ahí, de copado nomás, porque no podía hacerlo. Decidí hacer tiempo en los bares, asique me fui de gira. Sólo. En el camino, ganas de hacer pis, fui a un baño público, de esos químicos. ¿Y saben que? mi plan B era ir a dormir a lo de Benja, mi plan C, pasó a ser dormir en el baño químico. Y no es chiste. Estaba limpio, era amplio, no pasaba frío y podía dejar la valija ahí que nadie me iba a robar. 



Igual decidí primero ir a probar suerte. Fui al bar donde trabajaba Benja, y lo encontré. Genial. Me pidió que lo espere a que terminara, y dormía en la casa. Me aburrí ahí asique seguí de gira a otros bares. Esa noche dos personas me ofrecieron alojamiento en su casa, increíble. Benja terminó a las 6.30 am. No había nadie en la calle ya. NADIE. Y yo sentado en un banquito en el puerto muerto de frío. Todos los bares cerrados ya. Pero fuimos al depto donde vive con 4 alemanes (2 alemanes, 2 alemanas)


Uf, me tomé media horita para ver un capítulo de Scrubs mientras escribía. Acá tenemos la 1ra temporada y nos enganchamos todos. Incluso yo. Muy buena serie, cómica, y te deja “moralejas” además. Seguimos con el relato. Mmm capaz después de otro capítulo, el 5.

Retomamos. Dia siguiente, domingo 9 de octubre. Dia del partido.
Me levanté mientras todos dormían, saqué algunas fotos de la vista y salí a caminar. Fui nuevamente al centro cívico a ver si seguía el festival indio, y al ver que sí, comí algo por ahí (un menú raro) y me fui después a la biblioteca pública a cargar mi cámara, y mi célu que habían quedado sin batería la noche anterior. Como dije antes, era el día del partido, asique ni bien me echaron de la biblioteca por el cierre, me fui para el Fan Zone. Yo ya había estado en el Fan Zone de Wellington, nada del otro mundo, pero el Fan Zone de Auckland era una locura. Había hasta cola de media cuadra para entrar. Me visité las “carpas”, y me recorrí todo. 


Al final del Fan Zone había un escenario con una banda tocando en vivo. ¡Muy buena la banda! Ahí me llamó Ceci que estaba yendo al hotel a despedir a los Pumas, asique para allá fui. Nos juntamos en la puerta, y cantamos hasta que llegó el micro oficial, con la escolta policial y vallaron todo para la salida de los jugadores. Pasaron a menos de un metro mío, pero estaban en su propio mundo. Mientras arrancaban fuimos siguiendo el micro por la calle hasta que en la esquina doblaron y se fueron rápido. Mi vieja me contó que me vió en TN y Crónica ahí despidiendo el micro. Primer Plano. ¡Casi nada eh! Jaja. Como tardaron 4 horas en subirse al micro, ya eran las 7 y pico y a las 8:30 empezaba el partido. ¡Todavía tenía que ir hasta la cancha! Me apuré hacia la estación central de trenes (Britomart) junto con un grupito de argentinos y sufrimos las miradas curiosas de la gente en la calle, y algunos gritos de ánimo por los no-kiwis. 

El partido no era poca cosa. Cuartos de final del mundial de Rugby, jugando contra el equipo local, anfitrión, que no son nada más ni nada menos que los All Blacks. Era algo gigante. Es difícil explicar lo que se siente estar en esa situación. Estando a 10.000km de casa, en un mundial, jugando contra los locales, vestido de pies a cabeza con los colores argentinos. No podíamos pasar desapercibidos, y como buenos argentinos, nos juntamos en uno de los vagones, y ni bien empezaron a subir kiwis nos pusimos a cantar. Guerra de canciones, cada bando cantaba una y veíamos quien tenía más onda. Todo con buena onda igual, los kiwis nos filmaban cantar y nosotros filmamos cuando ellos sacaron sus mejores armas. Un chabón se paró, nos calló a todos y se mandó un flor de haka en el medio del vagón. Y se vino el tren abajo, lo aplaudimos todos. Par de canciones más nuestras, y como ellos no se destacan por su brillantez en la composición de canciones de cancha, lo único a lo que podían recurrir era al haka. Asique otro tipo, este de unos cuarenta y largos y algunos kilos de más, se paró, y se mandó otro haka con toda la furia. ¡La cara toda roja! Y también se vino todo abajo. Volvió se sentó con la familia (sí, estaba  con la esposa y las hijas) y no se le fue lo colorado de la cara, por lo menos hasta que me bajé. Llegamos a la estación. El estadio está a unos escasos 100 metros de la estación. En el medio me paro un periodista argentino a sacarme una foto de la cara (la tenía pintada), y vi un grupo de maoríes vestidos como tales, bailando y cosas así. Ahí fue donde me saqué esta foto:

Un poquito más adelante me agarra un argentino y me arrastra a donde había un grupito de más argentinos. Un notero kiwi estaba esperando salir al aire. Se suponía que íbamos a esperar su orden para cantar. Obvio que no esperamos, a los 10 segundos nos pusimos a cantar, a saltar, le pusieron al notero un gorro y lo envolvieron en una bandera argentina mientras cantábamos y saltábamos con el tipo obligado a saltar también y a intentar hablar por el micrófono mientras salía en vivo por la tele. Suficiente previa, hora de entrar a la cancha. Me sentí más solo que Rambo en el dia del orgullo gay. Mientras caminaba por la cancha iba viendo la gran escasez de color. Todo negro. Remeras, banderas, caras pintadas, todo de negro y en el medio ¡yo! Camiseta de los Pumas, bandera colgada como capa, y cara pintada desprolijamente por Paula mientras esperábamos a los Pumas en el hotel. Encontré mi asiento. 3 argentinos en todo el sector, yo incluido. Me siento y viene una mina vestida de argentina y me pregunta: "¿Estás solo pumita?" Y me invitó a sentarme con ella y con el marido, para que los argentinos nos quedemos juntos. Laura se llamaba, y estaba casada con un australiano hace 10 años. Hace 15 que vive en Australia y se cruzó el charco para ver el partido. Buenísima. Lloramos juntos abrazados con el himno. Y después me invitó a visitarlos a Australia, ¡así que ya tengo donde quedarme cuando vaya!

Creo sin exagerar, que había unos 200 argentinos en toda la cancha, contra unos 58.800 kiwis. Durante el himno los kiwis se daban vuelta a mirarnos como lo cantábamos. Bah, “cantábamos” lo grité como desaforado. Cuando somos pocos, hay que hacer más ruido para que se escuche. Comencé a temer por mi vida en caso de que ocurriese el milagro y ganásemos ese partido.
Uf, estar sentado ahí es inexplicable. La tensión, los nervios, la ansiedad, ¡por dios la ansiedad! Yo era una gran bola de nervios. Puteaba, gritaba, me agarraba la cabeza, sufrí cada minuto de ese partido pero lo disfruté como nada también. El try lo grité como un try en cuartos de final de una copa del mundo contra los All Blacks. Creo que no hay mejor manera de explicarlo que esa. Si en el try contra escocia salté y le pegue en la cabeza a la escocesa imagínense acá. Cuando metió la conversión y terminé de saltar y gritar tuve la leve sensación de que estaba siendo observado. Leve.



Pero bueno, ustedes vieron el partido. Piri Weepu erró una sola (después el cornudo no metió una ni contra Australia ni contra Francia, pero contra nosotros sí). Y bueno. Que íbamos a hacer. Terminó el partido y sólo me quedé ahí sentado. Me saludaron algunos, fotos con otros, y me volví a sentar. Se fueron yendo todos, el estadio vacío, y yo seguía ahí. Y vi que abajo fueron saliendo los jugadores e iban a la tribuna donde estaba yo a saludar a los amigos y familiares, asique bajé y me quedé ahí también saludándolos. Así fue como saqué esas fotos. Nos echaron, y siendo casi los últimos en salir, abandonamos la cancha. Todo el camino hasta el la estación (tuve que pegar la vuelta a toda la cancha) me paraban y me saludaban y me felicitaban. En el tren conocí 4 argentinos, con los que salí después a la noche. 3 tipos y una mina. Me cagué de risa con ellos. Uno hace no me acuerdo cuantos años vive en Auckland y se puso un “carro” de panchos. Bueno, no panchos, de asado. Estaba en el Fan Zone. Pasó la noche, se fueron todos, y una vez más terminé sentado sólo en el puerto esperando a Benja. Llegó un punto en que me saqué la bandera y me cerré la campera porque me cansaron de venir a saludarme y felicitarme por el partido que hicimos. Claro que me olvidé un pequeño detalle….tenía toda la cara pintada… asique no me sirvió de mucho. 2 pibes vinieron a hacer pis en el mismo lugar del puerto, ahí en la calle...obviamente, los dos resultaron ser argentinos. Salió Benja, a dormir.

El lunes salí de paseo y me recorrí el Auckland Domain que siempre tuve ganas de ver. Genial, es una selva en medio de la ciudad. Después el War Memorial Auckland Museum (Museo Monumento de Guerra de Auckland) Donde vi toda la parte maorí, de los pueblos del pacífico, y un poco de naturaleza hasta que cerraron y me echaron. Me están echando mucho de todos lados últimamente, ¿no?



Compré el pasaje para el Martes a la mañana (no tenía ganas de volver a hacer dedo), vuelta a casa, y salimos con Benja y Phillip, uno de los alemanes. Martes a la mañana, despedida, y nuevamente micro hacia Wellington. En el camino hicimos una parada técnica en la mitad de la nada, con una kiwi concluimos que estaba arreglado con el chofer claramente, porque nadie pararía ahí sino. Esa misma kiwi, que me habló porque vió que le daba parte de mi almuerzo a unos gorriones que andaban por ahí, resultó ser amiga de Diana, una amiga de Nati, asique iba a venir a Wellington a visitarla. Chico el mundo ¿no?
Después que ella se bajó en Bulls, atrás mio se sentaron los dos pibes que conté en la actualización anterior, y lo demás, ya lo saben.

Se hizo muy largo lo sé, pero lo acorté lo más que pude. Estuvo muy bueno volver a pisar Auckland. Volver a caminar por ahí. Fue la primera impresión que tuve de Nueva Zelanda. Fue lo primero que pisé fuera de Argentina en este viaje único e irrepetible. Hay un solo primer viaje por el mundo en tu vida, y tu primer hogar en este viaje siempre es importante, fue muy lindo volver a visitarlo. Me quedaron muchas cosas por hacer, pero ya voy a volver con más tiempo para hacerlas. Ahora de vuelta en Wellington voy a tratar de hacer las cosas que puedo hacer acá, para que no me quede nada más pendiente.

Le doy cierre a esto ya que es uno de las actualizaciones más largas que escribí hasta ahora, y encima siento que lo hice tan resumido todo que perdió un poco de magia, pero bueno, era la única forma de hacerlo. Cuando vuelva voy a poder contarles bien todas las cosas con más lujo de detalle. Acá estoy en mi nueva pieza, con Mati, el chileno que conocí en Auckland y su polola, que al final llegó. Asique si, siempre terminas reencontrándote con todos en algún punto y en algún lugar en Nueva Zelanda. En la próxima actualización les cuento los nuevos planes que estamos teniendo para fines de noviembre / principios de diciembre. Saludos gente! Gracias por tomarse el tiempo de leer cada actualización. See ya!