lunes, 19 de diciembre de 2011

My happy kiwi birthday // Goodbye Wellington


Preface

Monday the 5th, December 2011, 00:48 am – My room, Home, Wellington


I have to admit that this situation caught me off guard, even though I was the one who planned the whole thing. Two weeks ago I was struggling to make up my mind and make a decision, and now I find myself getting everything ready for my departure tomorrow morning. It’s hard to settle down and feel at home when you’re actually far away from home. But somehow this place felt like home. Well, actually I think home is where you belong, or at least where you think or feel so. I was really lucky, I ended up with the best flatmates I could ask for. They are weirdos, but so am I, that’s probably why we get along so well. These last months were awesome. I enjoyed every beer, every dinner, every TV show we shared, I couldn't ask for more. But, it´s time to move on, even though it won´t be easy.





Jueves 8 de diciembre, 11:47 horas – State Route 6, West Coast // Ruta estatal 6, Costa Oeste


Dejamos mi querido Wellington poniéndole entusiasmo en el cambio de clima, que en la isla sur iba a ser mucho mejor supuestamente. Hace 3 días que cruzamos el estrecho de Cook, y no paró de llover. Me parece que alguno de los 3 es mufa y tenemos una nube gris arriba del auto que nos sigue a todos lados. Supongo que es una movida de Welli para que no nos olvidemos de ella.

En este momento estamos por la Ruta 6 al sur de Westport. Ya que es el turno de Vir de manejar (ya que yo a la mañana ni bien me levanto soy un inútil), aprovecho y actualizo el blog. En este momento estamos recorriendo las montañas en dirección hacia la costa, donde bordearemos el mar por unos cuantos kilómetros. Pero volvamos atrás unos días ya que aún quedan cosas por contar. Pasamos brevemente por mi cumpleaños, última semana en Welli, partida para la isla sur y los primeros días en la supuesta isla más linda del país.


My happy kiwi birthday


Fue el cumpleaños más largo de mi vida, duró 40 horas desde las 00:00 en Nueva Zelanda hasta las 00:00 hs del 27 en Buenos Aires. Y también, fue mi año más corto, ya que los 24 se me terminaron 16 hs antes que todos los otros años, lo cual no me causó ninguna gracia. Igual con esa excusa dije que tenía 24 hasta por lo menos que fuera 26 en Argentina.

Le había pedido a mi jefe, Nick, el samoano, que me de la noche del sábado libre para poder festejar. Pero me dio todo el finde libre a mí y a Saku para que festejemos como se debe, y además vino también a casa para festejar. Empecé temprano a hacer el relleno de las empanadas de carne, con el pequeño detalle que no había comprado las tapas, asique Saku y Sol me las trajeron más tarde. Gracias a eso creo que todos los invitados ayudaron a hacer las empanadas. Saku y Sol para ayudarme, todos los demás porque eran kiwis y chefs y les interesaba.

La verdad la pasé genial, pasamos un buen rato en casa, comiendo empanadas caseras, con cerveza, música, hasta que cayó Pau (una amiga de Saku) y Seamus (su novio irlandés) con un fernet propiedad de Saku que Pau le trajo de Argentina. Saku sacrificó su fernet en pos de la fiesta, y fue el mejor regalo de todos.


Steve me regaló un EAGLE (ver Scrubs para más detalles) y me trajo una de esas tiras largas que dicen happy birthday. Eligió la más gay de todas, rosa y con haditas. Trace hizo una torta de chocolate cubierta con crema y frutillas, la amé. Después salimos los argentinos, los chilenos, la loca, y Jimmy.

¡La loca!! ¡Casi me olvido de contar eso! Pau me trajo una flatmate de ella, que cuando toma alcohol, pierde totalmente la cordura. Ella lo sabe, por eso hacía mucho que no tomaba, pero esa noche tomó, y yo me morí de risa. De ella, no con ella; hay una gran diferencia.

Me llamaron mis viejos (mi vieja dos veces), y me llamó Mili, mi ahijada de 3 años. Me morí, me contó de su gatita nueva “Lupita”, que cuando ella me contó le entendí “putita”, y tuve que preguntarle a la madre después para confirmar. También me contó que quería subirse a un avión rosa para seguirme a donde yo estaba, y le decía a la mamá que no la extrañe que iba a volver, y que no se iba a quedar sola porque se quedaba con el hermano y el papá. Por Facebook me saludó muchísima gente, pero muchísima, que no lo esperaba. ¡Gracias a todos che!

Mis viejos me mandaron una encomienda con regalos por mi cumple. Se re pasaron. Pero se RE pasaron. Recién la recibí el mismo lunes que salía para acá. Ese día fue un dia de emociones, ya explicaré por qué.


Despedida de Wellington



Las últimas dos semanas en Welli fueron increíbles. Nick me dio 8 días seguidos libres, igual que a Saku, y Sole ya había renunciado al laburo asique estamos los 3 al pedo. Hicimos planes para ir a Island Bay, al zoo, a todos lados... claramente y para variar, no fuimos a ninguno, pero la pasé genial, la mejor forma de despedirme de Welli. 

Mirá hacia arriba, abajo y alrededor para descubrir animales nativos en tu jardín. Prestá atención para ver...
Al zoo terminamos yendo con Saku al final, el día que Sole se fue para la isla sur. Vi dos kiwis: uno durmiendo arriba de una rama en el sector de los kiwis, que sólo lo pude ver sacándole una foto con flash; y el otro estaba en el hospital en plena operación, pero visible a través de la pared de vidrio. O sea, vi dos kiwis, y ninguno de los dos estaba consciente. 

Además de eso tuve un pequeño percance… con una iguana gigante…


No hicimos nada de todo lo que íbamos a hacer, pero la pasamos increíblemente bien. Hasta hicimos un asado en la casa de Mati (el chileno) y su polola.


El domingo 4 de diciembre fue mi último día laboral, asique me despedí de Sweet Mother’s, y de todos. El lunes a la mañana me levanté a las 7 am, me fui hasta Kaiwharahara (léase "Kaifarafara") a buscar mi encomienda. Llena de paquetes y cartas. Dos de ellos no pude abrir ya que son para navidad y reyes (Ma, te odio, me dejaste con toda la intriga). Volví en tren y bondi para casa, donde ya estaban Ana y Vir esperándome. Cargamos el equipaje al auto y salimos. Yo me fui con Saku a un ciber a ver el partido de Boca, y más tarde salimos para el puerto. Boca Campeón, creo que no hace falta explicar lo que eso implica, justamente está implícito. Ya que no viene al caso escribir al respecto en el blog, tendré que omitirlo. De todas formas, me pasé el domingo cantando canciones de cancha y saltando en la cocina, y el lunes no fue diferente.

Nos subimos al ferry, y si bien el clima no acompañó, el viajecito fue hermoso. Ya desde antes de poner un pie en tierra se veía que la isla sur prometía mucho.

Ana, Vir y Yo
Estrecho de Cook (desde el ferry)

Nos bajamos en Picton y tuve mi primera experiencia manejando en NZ. Fueron unos 130 km entre montañas, costa y selva. Absolutamente hermoso…o eso me contaron, ya que yo no saqué los ojos de la ruta y mi cabeza se pasó las 4 horas pensando: “Manejá por la izquierda, manejá por la izquierda.”

Llegamos de noche a Nelson, Chris, el papá de Trace nos pasó a buscar por la calle principal y lo seguimos hasta la casa. No sólo dormimos todos ahí (cuando no nos conocía), sino que al día siguiente se fueron ambos a trabajar, y nos dejaron la llave de casa.  Así, el martes arrancamos a las 8 am a buscar laburo. Día horrible, llovió, no vimos el sol y no conseguimos laburo. Terminamos durmiendo en Motueka en un hostel horrible y carísimo. Motueka es un pueblo que está a unos 50 km de Nelson hacia el oeste y a 17 km del Parque Nacional Abel Tasman, uno de los más lindos de NZ según habíamos escuchado. Terminamos allí debido a los rumores de oferta laboral, pero al no conseguir, nos conformamos con comprarnos una cerveza artesanal en una brewery (cervecería) que estaba al costado de la ruta: “Monkey Wizard” ("Mono Hechicero")

El miércoles amaneció soleado, y después de una noche de meditaciones llegamos a la conclusión que era mejor seguir para el sur. Asique nos fuimos al Parque Nacional Abel Tasman a pasar el día antes de seguir camino.


Nota aparte del presente: Llegamos a la costa, ¡hermosa!


Listo, seguimos con el relato.

El parque es alucinante, pero algo complicado para moverse dentro del mismo. No hay rutas ni calles, con lo cual tenés sólo dos formas de recorrerlo: caminando, o tomando los taxis acuáticos (lanchas). Hay muchas playas, en pequeñas bahías a lo largo de la costa. Elegimos tomar la lancha (NZ$32) e ir a una de las playas más cercanas: “Anchorage”, por una simple cuestión de que el regreso teníamos que hacerlo caminando.



La playa es una locura. La bahía se llama Golden Bay, por el color de la arena, y créanme que se ganó limpiamente su nombre. La arena es dorada cerca del mar, color parecido a la polenta, y blanca cuando se aleja del mismo. El agua transparente hasta las rodillas, y a partir de ahí empieza a tomar color verdoso a medida que te adentras en el mar. Las playas estaban siempre cercadas por rocas o montañas que las separan de las otras playas, es decir que no son playas abiertas como la costa argentina donde podes pasar de una playa a otra caminando. Acá para pasar a la siguiente playa tenés que meterte a la selva y caminar. Es..

Nota aparte del presente: Acabamos de hacer una parada técnica (léase baño), y bajamos a ver que onda la playa al costadito de la ruta… increíble, las montañas terminan en la costa, hay formaciones rocosas en la playa, es hermoso…es más, nos olvidamos del auto y lo dejamos arriba en la ruta solo, con las llaves puestas, listo para llevárselo con equipaje y todo. Pero bueno, acá no pasa nada igual.

Seguimos: Como decía, tenés que meterte en la selva para ir a otra playa, y justamente con eso iba a seguir ahora. Las playas están rodeadas de montañas cubiertas 100% de selva. Entonces vos estás parado en la arena dorada, remojándote los pies en el agua transparente, rodeado de montañas y selva.

Es perfecto. La combinación de colores es alucinante. Pasas del blanco al dorado de la arena, para seguir al agua transparente que se ve dorada por el fondo arenoso, que de a poco pasa al verde, el cual pasa a un verde azulado a lo lejos, que en el horizonte choca con el celeste del cielo; todo cercado por las montañas verdes que cierran la bahía. Yo ya sabía que Nueva Zelanda era hermosa…pero me terminé de enamorar de este país en Abel Tasman.



En ese momento no estaba pegando el sol, asique no iba a meterme al mar todavía. Pero ví un tipo que se metió igual, asique si él se metía, yo me metía también, y me mandé. Cuando salía ví que ese mismo tipo estaba en bolas en el mar, asique si él se metió en bolas, yo también. Nah, mentira, a tanto no llegué, ¡pero ya lo voy a hacer! Jaja. Decidimos caminar un poquito para otra playa. Nos metimos en la selva con Vir (la salteña), y nos cruzamos con unos chicos locales de primaria o secundaria que venían descalzos. Si los locales van descalzos por la selva, yo también. Así pasé las siguientes 2 horas caminando descalzo por la selva. Y me encantó.

A los 20 min llegamos a una playita escondida y vacía. Absolutamente deslumbrante. Estaba también dentro de una bahía, chiquita, privada, e increíble.


Me quedaría a vivir ahí. Pero ya eran las 4 pm, y teníamos que volver, lo cual no era poco, ya que nos esperaba una caminata por las montañas y la selva de más de 12 km y unas 4 horas… y empezaba a lloviznar. Sí, es correcto, 4 horas de caminata subiendo y bajando por las montañas en medio de la selva, para volver hasta la entrada donde estaba el auto.

La primera hora fue linda, las otras 3 fueron un sufrimiento. Pero finalmente llegamos al querido auto, y juré no caminar un metro más en lo que restaba del día, pero cambié de opinión cuando pasamos por una pizzería. Luego de la cena, agarramos la ruta para no abandonarla por algunos días. Pero llegó un momento en que el cansancio fue superior y tuvimos que parar en el primer área al costado de la ruta con espacio suficiente para estacionarnos…un campo.


Sábado 10 de diciembre de 2011, 10:15 pm – Central Cherries, Cromwell, New Zealand


¡Llegamos! Después de 5 dias de viaje, llegamos a destino. Antes de retomar la historia, tengo que escribir algo que me pasó recién. Tuve el mejor intercambio cultural que tuve desde que llegué a Nueva Zelanda… fue absolutamente increíble. Por los próximos días vamos a estar en una especie de hostel que queda en una granja de cherries. Acá hay unas 20 personas, 3 de Hong Kong, 1 de Taiwan, y unos 13 de Vanuatu. Sé que van a preguntar: “¿de dóoonde????”, de Vanuatu. Vanuatu es un archipiélago al norte de Nueva Zelanda, en la Melanesia, Océano Pacífico. Queda cerca de Samoa, Fiji, Nueva Caledonia, etc. Como es parte de la melanesia, los nativos son negros.

Lo genial fue lo siguiente. El manager del hostel es un kiwi de 50 años que parece Marty McFly más viejo, copadísimo. Fuimos con la camioneta de la empresa a orillas del lago Hawea a tomar cerveza y charlar. Al volver, estaba uno de los vatuanos afuera de la casa, y empezamos a hablar. Todos juegan fútbol, asique le mostré la camiseta de Boca (pretendía que se la regalara el loco), y después le pregunté si había jugado al FIFA. Lo que pasó a continuación fue increíble, les mostré el FIFA 2011 a chicos que jamás en su vida jugaron a un videojuego, no se imaginan la emoción que tenían. Cuando saqué la compu vinieron 2 más, y se sentaron todos alrededor mío con los sillones y les mostré como se jugaba. Obvio que les dí la compu para que prueben y ninguno se animaba, se reían y se notaba que se morían por jugar, pero no se animaban. Los convencí y el primero que conocí fue el que intentó primero. Le enseñé los comandos y cuando veían que al apretar la flecha izquierda el jugador se movía a la izquierda saltaban de los sillones, no se imaginan la emoción que tenían. El juego consistía en llevar un jugador al área con pelota dominada y enfrentarse 1 a 1 con el arquero. Se volvieron locos, cada vez que el arquero se las sacaba o pateaban saltaban del asiento. Uno a uno fueron jugando (tuve que convencer uno a uno para que jugaran), y ni bien metían un gol, dejaban de jugar. Cuando el último metió un gol, se fueron todos.

Pero no saben lo que fue ver la emoción de los pibes que por primera vez en su vida jugaron a un video juego de futbol.



Viernes 16 de diciembre de 2011, 3:43 pm – Central Cherries, Cromwell


¡Dios que frío! Hace dos días no se podía estar al sol porque te evaporabas, y ahora estamos todos temblando…clima loco.

Acabo de llegar de Dunedin (ya les contaré al respecto en la próxima actualización), con los pies mojados, y cagado de frío. Bueno, sigo contando como llegamos a acá. Quedé en que paramos en un campo:

Técnicamente yo no vi ese campo porque ya estaba durmiendo, pero las chicas sí. Asique paramos ahí, dejamos una valija afuera (era la valija o nosotros) y dormimos. A la mañana me desperé todo doblado, con todo el cuerpo adolorido, asique me levanté a estirar las piernas, y veo justo llegar una camioneta… el dueño. No sé si nos vio porque no nos dio ni bola. Paró la camioneta en la puerta, bajó los perros y empezó a arriar las ovejas. Volví al auto a despertar a las chicas y justo el tipo empezó a los gritos pelados: ¡AAAAAAAAAAAAAA!!!!!!! Les gritaba con toda la furia posible, no sé si a las ovejas o a quién. Absolutamente loco. Las chicas se despertaron solas y tuvimos que huir antes que desahogue su furia con los intrusos. Desayuno en una cafetería de un pueblito minúsculo sobre la ruta y seguimos viaje. A mitad de camino las chicas perdieron fé en mi y me obligaron a parar en una estación de servicio para ver si estábamos perdidos. No lo estábamos (dedicado a las chicas), y la mujer que atendía me recomendó agarrar la ruta de la costa que está dentro de las 10 mejores autopistas del mundo. 

Mirando la guía vi que había un parque nacional en esa zona y que el atractivo principal estaba sobre la ruta. Como digno cuasi licenciado en turismo, obligué a todos a parar ahí, lo cual no estuvo mal, ya que nos encontramos con esto:


¡Nada mal! Nada mal. Esa misma noche llegamos a Francis Josef, la ciudad desde donde se visita el Glaciar Francis Josef (una especie de El Calafate digamos). Nos quedamos en un hostel donde conocimos dos minas, una yanqui, una inglesa, muy copadas. Salimos con ellas al único bar que parecía tener algo de onda, conocimos un pobre argentino que estaba trabajando en una granja cerca, y volvimos a dormir al hostel.

Al día siguiente madrugamos, y salimos Ana, el pibe y yo al glaciar. Lindo, pero tampoco una locura. Valió la pena (principalmente porque no pagamos un peso). Volvimos rápido, y arrancamos para el sur.


Nada interesante en el camino hasta llegar a Wanaka. Wanaka es un pueblo a orillas del lago homónimo, y es absolutamente hermoso. La ruta, que es también la calle principal de la ciudad, da al lago y después lo bordea. Entonces, te sentás en la playita, mirando el lago verde, las montañas nevadas de fondo, los patos echados en la orilla…hermoso.


Lago Wanaka




Trasnochamos ahí, durmiendo una vez más en el auto, y el día siguiente seguimos camino. Llegamos finalmente a Otago, y ya que iba yo al volante cuando pasamos el cartel, festejamos a los bocinazos. Y así llegamos a Cromwell, atravesando las mejores rutas que ví en mi vida. Rutas sinuosas en medio de la montaña, rectas en las praderas, pasando lagos, playas, riscos, selvas, pueblos, parques nacionales, de todo. Fueron 5 largos y agotadores días de viaje, pero los re disfruté.



Hubo una pequeña cosita que me olvidé de hacer, y es presentarles  las personas que me acompañan. Estoy viajando con dos chicas argentinas: Virginia (salteña y dueña del auto), y Analía (Porteña). No nos conocíamos, nos conocimos porque los 3 teníamos un mismo plan, ir de Wellington a Otago. Y siempre de a varios se hace más barato.

En la próxima actualización voy a contar como fueron los siguientes días en Cromwell, la búsqueda desesperada de trabajo, la convivencia con los Vanuatu, los hongkongueses, la taiwanesa y Marty McFly, los paseos, y la frutilla del postre, que por ahora permanecerá secreta. Todo eso y mucho más en el próximo programa. Misma hora, mismo canal.



Traducción del prólogo:

Tengo que admitir que esta situación me agarró desprevenido, a pesar de que fui yo quien planeó toda la cosa. Hace dos semanas estaba luchando para decidirme, y ahora me encuentro arreglando todo para salir mañana por la mañana. Es difícil establecerse en un lugar y sentirse en casa, cuando en realidad estás tan lejos de tu hogar. Pero de alguna forma este lugar se sintió como mi hogar. Bueno, creo que tu hogar es todo lugar donde pertenecés, o donde sentís que pertenecés. Tuve mucha suerte de terminar con los mejores compañeros de casa que podía pedir. Son raros, pero yo también lo soy, probablemente sea por eso que nos llevamos tan bien. Estos últimos días fueron increíbles. Disfruté cada birra, cena o serie que compartimos, no podía pedir más. Pero bueno, es tiempo de seguir adelante, aunque no va a ser fácil.