Tic tac efímero, luces efímeras. Pero te creo.
(14 de enero de 2013, 7:45 pm aprox. – Sprig
& Fern Hardy Street, Nelson)
Hay algo
que no les conté todavía. No iba a hacerlo, pero qué se yo, ya les conté casi
todo, ¿por qué habría de dejar algo así afuera? Cuando conocí a la alemana, yo
ya estaba en una especie de relación sentimental. De hecho la relación comenzó
justo una semana antes de conocerla, pocos días antes de la última vez que
hablé con la kiwi. Pero se terminó hace poco, hace tan sólo una semana. No
por decisión de ninguno de los dos, sino porque al tener que irme del país, no
tenía ya sentido mantener la relación, cuando no sabemos cuando nos vamos a
volver a ver, o SI nos vamos a volver a ver. Sé que después de caer en la broma
del día de los inocentes seguro no me van a creer ahora, pero juro que esto fue
real.
Convivimos
todo este tiempo. Lo veía al levantarme y al irme a dormir a diario. Fue amor,
efímero, pero fue amor. En todas las relaciones anteriores similares en las que
estuve, me era imposible no pensar en alguien más. Pero esta vez fue distinto,
no me interesaba nadie más. Le fui totalmente fiel. Él no me fue tan fiel, pero
fue mi culpa. Yo lo llevé a eso, no le di opción alguna.
Por eso no lo
culpo. Lo charlamos, y lo superamos. Creo que la sinceridad y el no mantener
secretos es algo clave en toda relación, ¿no?
Pero desde
el principio tuve mis dudas. Él nunca lo supo, supe mantenerlo en secreto, y
aún después de la despedida, me mordí los labios para no decírselo. Desde el
momento en que vi su foto por primera vez, me surgió esa duda. Pero claro, en
las primeras etapas de toda relación uno siempre ignora esas dudas que surgen,
uno está “encantado” con el otro.
Como dije antes, todo terminó. Lo vi por última vez el viernes de hace dos
semanas atrás. Héctor, el venezolano, me contó que lo vio el fin de semana
siguiente. No volví a saber de él. Pensé que la primera iba a ser la más
difícil de ver ir, pero no fue así. Él fue aún peor.
Hay cosas
que no voy a olvidar, por ejemplo cuando en los preparativos para navidad
terminó disfrazado de reno, con una nariz roja tipo de payaso y unos cuernos.
Lo peor de
todo es que aún tengo mi duda. Supongo que ya no lo voy a averiguar nunca.
¿Pero importa realmente?. Eso no cambia todo lo que fue.
De todas
formas es imposible sacarme de la cabeza esa duda, ¿es beige? ¿es marfil? ¿es
crema?
¿de qué
puto color es Rodolfo, el auto?
¡Te extraño
Rodolfo! El Corolla más lindo de Nueva Zelanda.
Fin de Semana en Rotovegas
Vuelvo a escribirles desde un avión. Ésta vez en un
vuelo desde Wellington a Rotovegas (Rotorua). ¿Se acuerdan de los Miles? Con
quienes pasé las navidades del 2011. Chris, el papá de Tracey, cumplía 50 años,
y lo festejaba en Kawerau, Bay of Plenty, ciudad de la isla norte, la cual
queda cerca de la mencionada Rotorua, famosa por sus géiseres y aguas termales.
Chris invitó a ir junto con su familia y amigos más cercanos. La verdad que no
tenía porqué invitarme, para nada, pero lo hizo. Y por supuesto que no podía
decirle que no. Además que iba a volver a ver a Trace después de un año, y a la
hermana menor también. Guiño, guiño.
¡Mierda que hay turbulencia eh! Casi escupo el
estómago. Estamos a 23.000 pies de altura. Me encantaría saber cuánto es eso. O
sea, ¿qué tamaño de pie? 23.000 pies talle 44 no es lo mismo que 23.000 pies
talle 35. Este estúpido chiste va dirigido especialmente a mi señora madre, que
sé que lo va a disfrutar, para compensar los excesos de la edición anterior.
¡Te amo Má!
El vuelo de Nelson a Wellington fue tranquilo. Todo
nublado así que no pude ver nada, pero tranquilo en casi todo el viaje. Se
acordarán que Wellington es muy ventoso. Justo ese día estaba más ventoso que
de costumbre, con lo que no fue nada fácil aterrizar. El despegue fue peor,
pero por lo menos pude ver el set de “Dale” desde el aire, y le saqué una foto
esta vez. Allí fue donde se filmó la
parte del Hobbit donde yo estuve, ahí mismo. Ya empezaron a desarmarlo creo, igual créanme que eso es gigante, está todo hecho a gran escala.
En Wellington me subí a otro avión
rumbo a Rotorua, en medio de un cielo gris oscuro y tenebroso. Nunca llegamos a
Rotorua. En pleno vuelo, el piloto explicó que el clima era tan malo que iba a ser muy difícil
aterrizar ahí, pero que iban a intentarlo. Eso no es algo que querés escuchar al volar. Así fue, empezamos a bajar, se movía, se movía, se movía, se balanceaba de izquierda a derecha, y
tuvo que levantar antes de tocar el suelo. Terminamos aterrizando en Tauranga,
ciudad a orillas del océano Pacífico. Apenas llegado vi como casi todos los
otros vuelos habían sido cancelados. Micro a disposición, camino
a Rotorua donde Chris me fue a buscar, y derecho a la casa a ver a Trace y
conocer al resto de la familia Miles.
El abuelo Miles |
La fiesta fue en el bar secundario del hotel local,
Kawerau Hotel. Por contactos, a mí me consiguieron una habitación gratis en el
mismo hotel, que ya no funcionaba como tal hace varios años, sino que sólo
funciona el bar principal. Al entrar vi porque no funcionaba mas, la última
remodelación fue a principios de los 70’, pero a caballo regalado no se le
miran los dientes.
![]() | ||
Kawerau Hotel |
La fiesta en sí fue genial, nada que objetar. Chris
alquilo un barril de cerveza “Tasman Lager” de Sprig & Fern, mi cerveza
preferida, de mi bar favorito. Era gratis obvio, y así fue como terminé dando
un discurso en ebringlés frente a un bar lleno de gente que no conocía. Sarah,
la hermana de Trace, vino y me dijo que iban a hacer unos discursos, si quería
dar uno también yo. No tuve mejor idea que decir que sí. Hay video, pero no pude editarlo para subirlo. Estúpido Movie Maker.
5:00 pm - Con Trace
|
9:15 pm - Con Trace |
10:22 pm - Con una señora y Mike, un amigo de Chris |
Me tiró los galgos una amiga de la familia de 61 años,
y Chris me descubrió justo cuando le estaba mirando el escote a su hija menor.
Después de mi discurso fui leyenda. En algún momento
de la noche terminamos todos bailando, alguien cantó en el escenario, y el hermano de Chris
terminó en una ambulancia por lo que parecía ser un problema cardíaco, que resultó ser poca sangre en alcohol. Claramente después de eso ya la fiesta menguó hasta acabar. Me fui a dormir a no sé
que hora de la madrugada, y no sé como subí las escaleras. A la mañana siguiente me pasaban a buscar para
ir a un hangi (una especie de curanto maorí). Me desperté y creí que
mi cabeza iba a estallar. No recuerdo cuando fue la última vez que me dolió
tanto la cabeza o siquiera si alguna vez me dolió tanto. Fue horrible, llegué a
jurar no volver a tomar con tal de que se me pase. Juré otras cosas más pero ya
ni me acuerdo. Me levanté como pude de
la cama, y fui a tomar agua al baño. Pensé en que estando el hotel sin uso hace
vaya uno a saber cuantos años, el agua debería llevar la misma cantidad de años
en las tuberías que vaya uno a saber en que condición están. Pero necesitaba
agua y supuse que iba a estar bien, tomé y tenía un sabor y olor algo extraño. Intenté dormirme, lo logré, sólo para despertarme y correr al baño
para vaciar mi estómago. Creí que era por resaca, y tomé un poquito más de
agua. Al rato estaba vaciando lo que había quedado en mi estómago. Claramente el problema era el agua del baño.
El baño de la muerte |
Chris me
llamó para pasarme a buscar, y como pude fui al super a comprarme una botella
de agua, aspirinas y una baguete, ya que tenía el estómago vacío y no podía
comer nada más que eso. Fuimos a la granja de un amigo donde estaban preparando un hangi.
El hangi es
un método de cocina tradicional maorí. Cavan un pozo en la tierra, calientan piedras con un
gran fuego, y luego ponen una especie de parrillita sobre las piedras calientes, con la comida arriba
(envuelta en aluminio). Le ponen como un manto de cuero y se cubre todo de
tierra nuevamente durante algunas horas.
Cuando llegamos ya había gente ahí, yo no conocía a
ninguna. Los padres del amigo que vivía allí me preguntaron si conocía a
alguien, antes que pudiera responder, una chica que estaba ahí dijo que sí, que
había conocido a todos la noche anterior. Yo me enteré ahí mismo con los
viejos, no tenía ningún recuerdo de nadie, algunos borrones nomás de caras. Todos
sabían mi nombre (lo cual no es poca cosa para los angloparlantes) y otros detalles que aparentemente conté la noche anterior.
Juro que se ofendieron cuando rechacé cualquier tipo
de bebida alcohólica. Cuando el hangi
estuvo listo fui probando de a poco a ver como mi estómago respondía. Había un par de
maoríes ahí, de hecho la noche anterior uno de ellos me hizo el típico saludo
maorí, llamado hongi. El mismo
consiste en presionar nariz con nariz para compartir el aire de la vida. Eso sí
me lo acordaba de la noche anterior.
El hangi tiene
un gusto que jamás había probado antes. Fuerte. En la carnes sabía muy bien, en
los vegetales, a mí gusto, ya era demasiado fuerte. Había carnes rojas, como
vacuna, porcina, ovina y de liebre; y blancas, como el pollo y la gaviota. ¿Se
creyeron lo de la gaviota no? Ilusos, caen en todas mis bromas, ¡Muajaja! (risa
malvada).
La comida me cayó bien, nos quedamos ahí toda la
tarde, y volvimos a la noche a Kawerau. No volví a pisar el hotel tenebroso (parecía sacado de una película de terror), sino que dormí en el sillón cama de
la casa de los padres de Chris. Esa misma noche tuve que volver a rechazar
muchas cervezas mientras nos sentamos en la terracita de afuera a charlar.
Al día siguiente emprendimos la vuelta. Volví con
Chris, Helen (su mujer), Trace y Sarah en la camioneta hasta Wellington. Con los 4 Miles. Conocí
una ruta distinta de la isla norte que no había hecho antes, incluso hicimos
varias paradas intermedias. Hasta los hice escuchar algo de música latina, como
Manu Chao (que Trace ya conocía) y La Bersuit, que también les gustó. Llegamos
a Wellington y fuimos directo al nuevo bar de Sprig & Fern recién abierto
en Wellington, y ese era el último S&F de NZ que me faltaba visitar. Ya
había ido a los dos de Nelson, al de Motueka, al de Brightwater con unos amigos
del trabajo (Brightwater queda entre Appleby donde está la empresa y Hope,
donde vivo yo), y el de Richmond, donde fui con el venezolano un par de veces
después del fútbol empresarial de los lunes.
En el bar tuve que volver a la cerveza. Me acompañaron
al aeropuerto, y me despedí de Trace y Sarah, siendo esa probablemente la
última vez que las iba a ver, ya que ambas viven en Wellington y yo aún no
sabía si me salía la visa. Chris y Helen viven en Nelson. Sarah me invitó al
cumple de 21 en enero, pero no sabía si iba a estar aún allí.
Ya para esa época tenía en mente la posibilidad de
tener que irme en cualquier momento del país. Desde Octubre a Diciembre todos
mis planes se hacían con una previsión máxima de una o dos semanas, mas no.
Incluso las despedidas, gente que no sabía si las iba a volver a ver alguna
vez.
Después de un finde genial con la que se convirtió en
mi familia kiwi, volví a la isla sur a mi trabajo, y a mi aburrida casa en
Hope. Mi estómago se fue recuperando, y con horror descubrí el lunes a la mañana que el pelo se me empezó a caer, jamás había tenido ese problema antes. No sé que había en esa agua pero no era muy saludable.
En el discurso conté como para la navidad anterior
(2011), Chris y su familia me dio un lugar donde quedarme un una familia con
quién pasar la navidad, cuando yo no tenía a nadie acá, y que iba a estar siempre
agradecido por ello. Y brindé por él y le deseé un muy feliz cumpleaños.También conté como en esas navidades pasé los 3 días ebrio, ganándome los aplausos y vítores de los locales.
¡Feliz navidad Sr. Esain!, por favor, abandone el país sino lo deportamos. Muchas Gracias.
(14 de enero de 2013, 6:56 pm – Sprig &
Fern Hardy Street, Nelson)
Como les
conté en la “Edición Aniversario – Parte I”, mi aplicación para una visa de
trabajo fue rechazada. Mi visa “Working Holiday”, que fue la visa que tuve
desde Agosto del 2011 hasta el momento, se vencía el 9 de noviembre, sólo 20
días después de recibir la carta. Con lo cual estaba obligado a dejar el país
antes de esa fecha, o pasar a la ilegalidad.
Lo que no
les conté fue que en la misma carta me explicaron las razones del rechazo y me
dieron lugar a pedir una reconsideración. Mi visa fue rechazada porque mi
empleador no dio suficientes pruebas de que intentaron contratar a un
neozelandés antes que a mí, y para la visa en particular para la cual yo estaba
aplicando, eso era un requerimiento fundamental.
El Gerente
de la Orchard se llama Paul Jameson. Algunos lo odian, otros lo entienden.
Cuando yo le pedí un contrato largo para
poder quedarme en el país, explicándole la situación en Argentina y porqué no
quería volver, el tipo me entendió y me dio un contrato permanente en la
empresa. El cual igual me lo gané absolutamente ya que trabajé duro, y todos
los jefes que tuve me querían en su equipo.
Pero de todas formas le estoy total y absolutamente agradecido. Después
del rechazo del primer intento de obtener la visa, volvió a ayudarme, y una chica de RRHH
preparó una serie de papeles para probar que verdaderamente intentaron
contratar a un kiwi antes que a mí. Mandé la aplicación pocos días antes del
vencimiento de mi visa WH. Gracias a ello me dieron una visa temporal hasta que
se resolviera mi nueva aplicación para la visa. Así, mientras tanto podía
quedarme en el país y seguir trabajando, y así lo hice.
Ahora
entenderán como me quedé tanto tiempo, siendo mi visa original sólo por 15
meses. ¡Siempre legal! Pero como siempre, no me gusta contar nada hasta que no
sea confirmado, por eso no les conté antes que pasó después de que el primer
intento de obtener la visa fue rechazado.
En los
primeros días de Diciembre recibí una carta de ellos. En ella decía que según
el estudio de mercado sobre mi puesto de trabajo, no eran necesario
extranjeros, era muy difícil que me otorgaran la visa. Pero me decían que podía
mandar algo que ayude, y mandé una carta nomás. En la carta explicaba mi
experiencia previa en la horticultura en Argentina.
A pesar de
que mi experiencia me calificaba para ejercer prácticamente el cargo de
Ministro de Agricultura y Ganadería, decidieron que de todas formas no me iban
a dar la visa, y me lo hicieron saber a través de otra carta que recibí el
viernes 21 de diciembre.
“¡Feliz
navidad Sr. Esain!, por favor abandone el país sino lo deportamos. Muchas
Gracias.
Santa Claus
(Papá Noel)
Immigration
New Zealand”
El hombre cochambroso y la Ratasaurio
La
Ratasaurio es un ser que fue visto merodeando las inmediaciones de mi casa. Eso
fue antes de la invasión de moscas.
Ratas gigantes y ejército de moscas no suelen
ser una señal de limpieza. Imagínense vivir con un basurero que se trae su
trabajo a casa. Yo no estuve muy lejos de eso.
Sé que me quejaba de la soledad de la casa en
medio del campo, lo sé, pero acá el karma se fue un poquito al carajo.
De vivir sólo pasé a vivir con un viejo enfermo
de la limpieza. Los que me conocen saben que no soy Mr. Músculo, ni mucho menos
un Cif, sino más bien un Querubín; te limpio pero hasta cierto punto, queda
todo aceptable pero tampoco te dejo la casa brillando reluciente. Para resumir, el viejo bastante amargado,
pero respetuoso. Aunque un par de veces trajo a su novia maorí, y el andaba
como si nada en short sin remera, y créanme que no es tan agradable ver
paseandose por la casa a un cuarentón panzón en cuero con su novia maorí. Quiera o no con él en la casa tuve que
acostumbrarme a dejar todo reluciente, antes como estaba sólo tenía un poco más
de libertades.
Por si no fuera poco cayó otro pibe. Un kiwi de
veintipico buena onda. Jugador de rugby, me llevaba unos pocos centímetros de
altura y unos cuantos kg de ancho. Una de las cabezas más grandes que vi en mi
vida. Mientras el viejo, cuyo nombre no me acuerdo, estuvo en la casa, estaba
todo en orden, si bien a mí y a el pibe, Cailin, no nos caía del todo bien. Por
suerte se fue, y yo fui feliz.
Pero resultó ser que Cailin era el famoso
hombre cochambroso. Empezó de a poco, no lavando los
platos a la noche. Está bien, estaba cansado, entendible. Yo mientras tanto los
lavaba siempre después de comer. Cuando empecé a ver que no era sólo por una
noche, empezó a molestarme. A la semana había una pila de platos sucios en la
cocina, después ví que había otra pila igual en su habitación. Le pedí que por
favor limpiara porque ya era un asco, dijo que sí, nunca lo hizo. Usaba tres
cosas por noche, lavaba una. Empezaron a aparecer moscas, de a una. Un baño
tuve que dejar de usarlo porque la tapa del inodoro era un lago de pis, por
suerte había otro. Empecé a perseguir moscas y llevarlas a la ventana para
echarlas. Empecé a tener que lavar sus platos para poder comer porque ya no
había más. Empecé a contar la cantidad de moscas que había en el living. Podía
armar un plantel de fútbol y jugar contra las moscas de Nelson.
La Ratasaurio yo no la conocí, pero me han
contado de ella. Tanto el viejo como Cailin la vieron merodeando por la casa.
Según la descripción que hicieron de la misma, desarrollé un identikit:
La bola de nieve (o mugre) fue creciendo hasta
que le tuve que decir al dueño de la casa. A la semana me llegó un mensaje del
dueño que la mujer fue a la casa y se fue llorando porque era un asco, y que
debíamos reunirnos esa misma tarde. El dueño hizo una revisión, ¿y saben que
hizo Cailin? Me echó la culpa a mí. Casi lo mato. Igual por suerte era obvio
que no era yo. Con sólo echar un vistazo a su auto y a su habitación era más
que obvio. Además yo hacía como 4 meses que estaba ahí y siempre la casa estuvo
bien. Por suerte al poco tiempo se fue y quedé sólo al fin. Dulce, dulce
soledad.
Cochambroso: adj. Lleno de suciedad o porquería:
Nuevo viejo formato
Decidí volver al viejo formato de
actualizaciones cortas y más seguidas, así que doy esta por terminada, y prometo
que pronto viene la siguiente. Me retrasé un poco con esta por obvias razones.
La última edición la subí sólo dos semanas antes de volverme a la Argentina,
entre la mudanza, y las despedidas no tuve tiempo para sentarme a escribir.
Luego, una vez llegado…mm no quiero adelantar nada, esa parte va a venir más
adelante.
Les doy un pequeño adelanto de temas a tocar en
las próximas ediciones (que saldrán pronto, en serio):
- Último
mes en Waimea Nursery, con distinto trabajo, el mejor de todos los que hice en
NZ.
- Cerveza
y rumba en Nelson con el venezolano. Otra kiwi para agregar a la lista.
- Las
visitas a Motueka
- Navidad
en casa con los checos, suecas, italiana, uruguayo, venezolano y argentinos.
Uno terminó abrazado al inodoro.
- Año
nuevo en Golden Bay al ritmo del reggae roots.
- Mudanza
a Nelson y últimas semanas en Nueva Zelanda.
- Despedidas
y tramping en las sierras de Takaka.
Tramping es una mezlca de trekking y camping.
- Inesperado
regreso a la Argentina, bienvenida, y primeras semanas en el horror de Buenos
Aires.
- Reflexiones
de un viaje y un regreso.
- Fin the The Kiwi Life.