Estuve toda la semana enfermo. El lunes me atacó una fiebre sin razón clara, y estuve con picos entre 38°5 y 39°5 hasta el miércoles, mejorando a partir del jueves. Pero con dolores de cabeza constantes, variando la intensidad. Gracias a esto no pude subir la segunda parte de la actualización del blog, “Musicología II”. De todas formas, mi compu quedó en lo de mi viejo, ya que pasé la semana anterior allá, y pensaba volver el domingo a ver el superclásico después de un asado en Fco. Álvarez, pero nunca llegué.
Ayer fue un viernes de estudios varios y consultas médicas,
por lo que me levanté temprano, y así a las 12 de la noche ya estaba en coma.
Perdón, en cama. Durmiendo profunda, profundamente.
A las 8 am me tocaba el ibuprofeno, sonó el despertador,
pero lo pospuse, así cuando me levantara, desayunaba algo y después lo tomaba
con la panza llena. Me terminé levantando a las 9, mi vieja aún desmayada en su
cuarto. Me preparé un desayuno, y volví a la cama a escribir.
En la última parte de mi sueño entre las 8 y las 9 tuve un
sueño (no pude encontrar sinónimos válidos) curioso, y miren qué curioso fue,
que opté por quedarme despierto y escribir un sábado a las 9 am (9:27 ahora) en
vez de volver a dormir hasta horas más aceptables. El sueño entonces, fue el siguiente.
Sueños de plumas negras y alas copadas
Por alguna razón yo había muerto. No sé cuándo, no sé dónde,
ni sé cómo. Capaz lo había visto antes, pero lo olvidé, y más tarde cuando vea
un camión cruzando en rojo, un rayo cayendo a tierra, o al Chiqui Pérez (un muerto), me
acordaré. Venía yo entonces caminando por una ciudad, que podría ser el limbo,
y vi una iglesia católica. Curioso. Más curioso fue que yo entrara, no sin antes
preguntarle al guardia de seguridad "¿qué onda?". No estoy seguro si era un loco
o uno de esos "ángeles" de las películas que te guían y te sonríen sin decir mucho, esperando que tengas una epifanía; pero quedó en claro que podía entrar, y
entré. La iglesia por fuera era blanca con paredes en rojo y detalles en dorado, una mezcla de la Catedral de Salta y la sala común de Gryffindor. El interior de la misma, era como un negocio o local (noten la
capacidad de simbolismo de mi cerebro durante el sueño pesado) donde había
muchos chicos jugando, y por alguna razón me puse a pintar las paredes. El
local no tenía más que 4 o 5 metros de ancho, pero era largo. Pasé un rato
pintando las paredes, sólo para que los nenes pinten y dibujen sobre la misma pared apenas pasada mi
brocha. El resultado era buenísimo.
Supongo que quería hacer ver a todos lo bueno que era yo, trabajando duro a pesar de haber muerto, y que encima jugaba libremente con los chicos. Seguí pintando hasta que alguien entró y con una voz sonora empezó a hablar. “Buen día a todos, bueno, que digo... Hola a todos, voy a enumerar primero las personas que irán al averno. Una vez nombrados, por favor sigan a ese hombre” no hubo tal discurso que recuerde, pero o algo dijo, o ya todos sabíamos para que había entrado, era el momento que estábamos esperando. Empezó a leer la lista que determinaría quienes iríamos para arriba, y quienes para abajo.
Supongo que quería hacer ver a todos lo bueno que era yo, trabajando duro a pesar de haber muerto, y que encima jugaba libremente con los chicos. Seguí pintando hasta que alguien entró y con una voz sonora empezó a hablar. “Buen día a todos, bueno, que digo... Hola a todos, voy a enumerar primero las personas que irán al averno. Una vez nombrados, por favor sigan a ese hombre” no hubo tal discurso que recuerde, pero o algo dijo, o ya todos sabíamos para que había entrado, era el momento que estábamos esperando. Empezó a leer la lista que determinaría quienes iríamos para arriba, y quienes para abajo.
“Aerosmith” dijo el personaje. Steven Tyler, que se sentaba junto a mí, se levantó y otros 3 lo siguieron a la puerta de entrada.
Bien, vamos zafando.
“Todos los que haya ido a sus recitales”. Y hasta ahí
llegué. Consideré hacerme el desentendido, pero me imaginé que se iban a dar
cuenta. Formamos una fila para salir, yo llegué primero. Lo cual no fue una
buena señal, me imaginé que en una película, el primero en sufrir un tormento o
ser atacado por algún monstruo diabólico iba a ser el primero de la fila.
Salimos entonces del local, que desde afuera volvía a ser iglesia. Caminamos
hacia un costado y esperamos que el “encargado” de los condenados nos dictara
las órdenes. “Bueno, vayan” dijo. No recuerdo bien su aspecto, pero no era el
diablo, ni tenía su “forma de vestir”. Estaba más bien en la gama del negro. Mi
grupo y yo, que consistía en unas 6 personas caminamos hacia la esquina, que
estaba a unos escasos 5 metros y nos disponíamos a ir cuando nos dimos cuenta
que no sabíamos cómo ir.
La esquina era la intersección de dos avenidas, de veredas
anchas. Pero no era como Buenos Aires, era una ciudad limpia, clara, como
supongo será alguna ciudad escandinava. El día era igualmente claro.
Por alguna razón tomé el liderazgo del grupo, quizás porque
era un grupo compuesto por toda gente conocida, entre ellos Georgina y Rafael,
compañeros del colegio, y Mati, un amigo chileno que conocí en Nueva Zelanda.
De todas formas vieron que en los sueños los grupos cambian de miembros
constantemente. Creo haber visto a Anabella (colegio) y Joaquín (colegio, que
apareció sin duda en la última parte del sueño) a quienes no veo desde que
egresé en 2004. Volví a la entrada de la iglesia a preguntarle al hombre de
negro (que no era un hombre vestido de negro, sino que tenía cierta animalidad,
por así decirlo, con algo en negro). Quizás sus plumas eran negras. Pensándolo
bien quizás si era sólo un hombre, hincha de un club plumífero conocido. No,
no, no era completamente humano. Le pregunté “emm…¿cómo vamos?”, “y… vayan”
respondió, como si el infierno estuviera en la Guia T. “Bueno” dije. Volví con
mi grupo y pensé “ya que estoy muerto, y encima me mandan al infierno, algo
bueno tengo que tener a cambio….ya sé” Y desplegué unas hermosas alas negras de
águila, enormes. Las veía en mi sombra. Les alenté a mis compañeros a hacer lo
mismo, y sacaron algunas alitas también, pero no tan imponentes como las mías.
Mi día iba mejorando. Vi en la sombra nuestro “logo”, onda “The Avengers”, con
las plumas que envolvían la palabra (no era The Avengers).
Ya a esa altura habíamos cruzado a la vereda opuesta a la
iglesia volando, y nos disponíamos a cruzar ahora nuevamente la otra avenida,
yendo en diagonal al templo del comercio. No se por qué teniendo alas esperábamos
el semáforo, pero se ve que la canción del “prestá atención, prestá atención”
nos llegó a todos. Por alguna razón, algunos del grupo comenzaron a pelear con
unos policías terrenales que había en medio de la avenida, en la esquina. En
ese momento me enteré que la gente “viva” podía vernos e interactuar con
nosotros. Cuando reaccioné, la policía había matado a Mati. Lo sé, ya estaba
muerto, lo remató podría decirse (re-mató…. Purumpum pss). Intenté volver el
tiempo atrás (sí, en mis sueños suelo ser super poderoso, aunque también suelo
estar vivo), vi como una especie de rebobinado, y volví a la esquina con tiempo
suficiente para volar raso (con mis súper alas de águila) y agarrar del cuello
en pleno vuelo a un policía (este sueño se está convirtiendo en una canción de
cumbia), y así les di tiempo a mis compañeros de escapar.
Ante la mirada atónita de los policías, solté al que tenía
en mi mano, di media vuelta y me dispuse a seguir a mis amigos, pero no los
veía, los había perdido. Comencé a caminar por la avenida, mirando por las
callejuelas que salían a la derecha entre los viejos y grandes edificios. Era
una especie de España medieval, una Toledo quizás. Me asomaba, nada. Pasaba el
siguiente edificio, callejuela, una persona sola, no. En el siguiente me mandé,
y salí a una plaza de la misma onda. Una especie de plaza seca, pequeña, entre
todos los edificios, como la plaza del set de “Dale”, donde estuve para grabar
lo del Hobbit. Ah…no se los conté todavía, bueno, algún día sí; Tengo hasta
mapas y dibujos de eso.
A medida que llegaba a la plaza veía la cabeza gigante de un
ave que pertenecía a una escultura. Al llegar, miré hacia mi derecha, hacia la entrada
del edificio que venía rodeando, daba frente a la plaza. Había como unas
pequeñas escalinatas y arriba mesas y sillas, como un restaurante. En la mesa
del extremo izquierdo estaban sentados mis compañeros de alas negras. Me senté
con ellos a almorzar, pero llegaba un poco tarde, ya que se habían tomado casi
toda la Pepsi y sólo quedaba un poco de cerveza, que después de estar enfermo
toda la semana no iba a tomar (he aquí el primer gancho con la realidad del
sueño) y 7up (que es lo único que hay en casa ahora, segundo gancho). Mientras
el mozo me daba una botella de litro y medio de Pepsi y me disponía a comer lo
que había en mi plato, nos pusimos a charlar con la muchachada del infierno.
Siendo las 10:12 am consideraré seguir durmiendo, o seguir
viendo películas.